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ENTREVISTA / Adolfo Rodríguez: Con infelicidad ni se aprende ni se produce

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San Juan de los Morros.- El es un escritor guariqueño de poco hablar, no por limitaciones, sino por que maneja a la perfección el arte de saber escuchar, de esta manera lo describió alguien mientras preparábamos la entrevista. 

Adolfo de Jesús Rodríguez Rodríguez vio la luz del mundo el 3 de marzo de 1938. Así quedaría escrito en el acta número 262 del Registro Civil de su pueblo, cuando años después de haber nacido fuese presentado por su madre Clara Rodríguez de Rodríguez una vallepascuense, su padre fue Francisco Javier Rodriguez, un zaraceño

Nacido en Santa María de Ipire y desde los 7 años mudado a Las Mercedes del Llano, ambas poblaciones del inmenso Guárico, en ese trajinar entre el campo y los libros llegaría a la Universidad Central de Venezuela. Hoy, aun estudia y escribe.

Con él acordamos una entrevista exclusiva para El Tubazo Digital, la cual aceptó con gusto y en vista de encontrarse fuera del país, la metodología fue la del cuestionario por entrega.

Rodríguez se define como un campesino “Nací y me crié en pueblitos, cargué agua de lagunas, fui becerrero, buscador de malojo en carretilla, sabaneador de frutas silvestres”.

Me gusta la cría y la agricultura. He sembrado maticas. Sin ser fiestero, el viaje más largo que hice una vez a caballo fue acompañando a los hermanos Ascanio hasta un remoto lugar donde había un arpa y se podía cantar y bailar. Y como docente, periodista, historiador y escritor, me atrae el campo. Me gustaba la escuela rural. Y si escribo (poesía, narrativa, ensayo, reportajes) me invade el campo. Y hasta mis travesuras epistemológicas huelen a monte”.

¿La infancia siempre marca a los seres humanos, de la suya que nos dice?

Hasta los siete años viví en Santa María de Ipíre. Me inicié como cargador de agua en burro y muchacho de mandado. Jugué poco. Era contemplativo. Me gustaban los cuentos. En Las Mercedes lo mismo. Recorriendo sin sentido calles y alrededores. Tuve pocas amistades. Preferí gente tranquila y, sin ser brillante en la escuela, tampoco callejero ni “vagabundito”, me codee con los mejores estudiantes. Eso sí: apegado a la casa, haciendo cuanto mis padres me mandaran.

Gran parte de su vida la ha entregado a los  estudios, ¿podría resumirnos este camino?

Comencé la primaria en Santa María, pero terminé en Las Mercedes del Llano, luego de cursar en las escuelas “Monseñor Rodríguez Álvarez y “Carlos del Pozo”.

Estudié tres años y medio en el liceo Roscio y me gradué de bachiller en el liceo “Juan Vicente González” de Caracas. Hice licenciatura en Letras y Doctorado en Ciencias Sociales en la UCV.

De estudiante a docente

Como docente, fui interino en el Nocturno de la Escuela Aranda, profesor de media en el liceo “Carlos Soublette” y Colegio Santa María de Caracas, “Monagas” de Caripito, “Cajigal” de Barcelona y “Humboldt” de Calabozo. Como universitario en el Colegio de Los Teques y luego la Unerg. Aquí fui vicerrector un año.

Entrando en terrenos más complejos ¿usted fue profesor universitario, como ve las universidades de Venezuela hoy ?

Juzgo que no fui lo suficientemente místico como docente, aunque presentía y pienso que la universidad debe operar como centro permanente de investigación. Una práctica que puede iniciarse desde el kínder.

Estimular la curiosidad, la inquietud por saber, descubrir, sin reñirla con el juego ni con el arte ni la producción de artículos de primera necesidad para el propio consumo o ajeno. La universidad como laboratorio de estudio, casa de la cultura o ateneo, fábrica, sembradío y área de diversión al mismo tiempo. Espacio para la alegría. Con infelicidad ni se aprende ni se produce.

¿Qué puede aportar en estos momentos un escritor para colaborar con una salida de la crisis?

Un buen escritor no debe ocultar nada, no reprimirse ni negociar su conciencia. Ofrecer versiones de la realidad tal como las perciba, las sienta, las piense. No descuidar nada del entorno. Afrontarlo en todos sus rostros y dejar suelta la creatividad. Toda crisis proviene de estancamientos en el alma o en los pueblos.

Usted viene de una familia de lectores, poetas y pintores, ¿que le recomendaría leer a un estudiante de bachillerato y que le recomendaría leer a un gobernante?

A un gobernante venezolano le recomendaría leer Historia de Venezuela, sobre todo la que tiene que ver con la fundación de la República por parte del General José Antonio Páez y sobre la gestión liberal, civilizadora y contemporizadora de este inteligente llanero.

A los muchachos que cursan en los liceos les recomiendo leer libros que informen sobre las respectivas localidades donde estudian así como las obras de los escritores nacidos o residenciados allí. Y al mismo tiempo, la obra del escritor venezolano más difundido a nivel internacional. Rómulo Gallegos.

Como de costumbre, buscamos un “Tubazo” ¿algún proyecto de libro cocinándose en este en este momento?

Mis páginas por Facebook Geohistoria Guariqueña, Troja de Libros, Santa María de Los Recuerdos y Parrafadas, son libros en construcción. Allí quedarán para los interesados, ya que es absolutamente oneroso publicar.

Un apasionado por la historia regional y nacional

Mis archivos en Word contienen libros casi listos que sólo esperan un toquecito para su edición digitalizada. A saber: “La Llamada del Fuego” corregida y revisada, Documentos Relacionados con la Gesta de Zamora, La Vida del Escritor Daniel Mendoza, la Gesta de José Tomás Boves, Bolívar en el Llano, etc.

Y desde luego numerosos poemas dispersos en cinco o seis archivos, la novela “El Ramaje” revisada y dos proyectos más con otras dos o tres novelas, relatos y reportajes.

Usted es considerado una referencia para los cronistas, en este momento el docente Reinaldo Peña esta promoviendo la formación de cronistas escolares, ¿que opinión le merece eso?.

Cuando emprendimos los encuentros de cronistas a nivel de ciudades (el primero fue en San Juan), se iniciaron también los de barrios (se hizo el de La Morera) y los escolares. Una iniciativa que han logrado cristalizar tanto Felipe Hernández como Reinaldo con bastante éxito.

Se ha creado una escuela de historia y un centro nacional de la historia, ¿qué más falta para acercarnos a la historia local?

Escribí que los encuentros de historia local eran equivalentes al Sistema Nacional de Orquestas por cuanto despertaba numerosas inquietudes entre numerosos potenciales que se mantenían adormecidos. Las instituciones escolares, especialmente las universidades, pueden incentivar al respecto.

Situación actual

Venezuela: ¿ve alguna salida a la crisis actual?

Cada vez más me siento desautorizado para opinar. Nunca fui propiamente político, a pesar de que milité en dos partidos políticos nacionales y participé en varios movimientos al respecto. Pero no soy una autoridad en la materia. Sin embargo pienso que debemos insistir en valorar la diversidad étnica nacional.

Convendría un gobierno nacional colegiado con una participación representativa de etnicidades y neotenicidades, con una presidencia rotatoria y un gran congreso nacional que asesore, vigile y legisle. Sin participación real y efectiva seguiremos dando bandazos.

Fotos tomadas de la red social Facebook

Orlando Medina Bencomo

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