Europa League / Atlético de Madrid venció a Arsenal y se metió en la final

***El tanto de Diego Costa al filo del descanso sirvió para eliminar al Arsenal.***

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Foto: MARCA

Madrid.- El Atlético de Madrid se siente fuerte, porque sabe que nada de lo que le pueda pasar será peor que lo que ya le pasó. Y que si levantó entonces se levantará siempre. El equipo Simeone venció 1-0 al Arsenal.

El Atlético siempre tiene una meta, circule por donde circule. Al iniciar el presente recorrido nadie hubiera dicho que acabaría en Lyon, de hecho nadie lo hubiera deseado, pero el que no camina, revienta. Así que a otra final continental.

Por supuesto la eliminatoria se vivió al filo, buena es esta gente para eso. Un gol del Arsenal a última hora hubiera llevado el asunto a la prórroga, pero el Atlético a esas horas se había adueñado de la pelota y ya no estaba dispuesto a prestarla.

Había sido el inglés un equipo estético, pero absolutamente pusilánime. Que tuvo todas las cartas pero que fue incapaz de ganar la mano.

Un control que se le fue largo a Oblak provocó el murmullo del Metropolitano. Cinco segundos después, mire usted, el Atlético andaba celebrando su gol.

Sin necesidad de combinaciones académicas pero nada concretas: el esloveno llegó a tiempo de ponerla larga, Thomas aprovechó el tímido despeje visitante para habilitar a Griezmann y éste se la puso a la carrera de Costa, que andaba ya unos cuerpos por delante de Bellerín.

Da la impresión además de que Ospina se venció antes de tiempo, el caso es que Diego consiguió el gol que venía buscando desde marzo. En el segundo minuto de los tres que se añadían al primer acto, mientras Simeone hacía kilómetros en su zulo particular.

La puesta en escena rojiblanca había resultado potable, pero, paradójicamente, la terrible lesión de Koscielny resultó perjudicial en ese sentido. Fueron minutos sobrecogedores, contemplando sus gestos de dolor, pero de esa interrupción salió un Arsenal más preciso, que aprovechaba además lo mal que momentáneamente mezclaban Koke y Thomas para defender por la derecha.

Al auxilio acudían ora Gabi ora Saúl, aunque la escuadra londinense aprovechaba entonces para hurgar por los espacios que iba generando ese desequilibrio.

Griezmann entró en escena y su equipo entendió el mensaje. Terminando las jugadas, además, justo lo que no hacía el Arsenal. Cañoneros, se llaman a sí mismos: pues bueno, pues vale… Koke y el propio Antoine no anduvieron demasiado lejos de los tres palos, pero Costa los encontró cuando más apetecía encontrarlos.

Que esta crónica no haya citado aún a Godín, en todo caso, dice mucho sobre la profesionalidad del que la perpetra. Por más extravagancias que se permitiera Thomas, mucho mejor carrilero que lateral, siempre aparecía el uruguayo para, primero, deshacer el entuerto y, después, pegar un buen rapapolvo a su colega.

Pasaron los minutos, después, 49 en teoría, miles parecieron. Salió Mkhitaryan para desgracia de los que escribimos tales apellidos (bastante teníamos con la baja de Vrsaljko) y tan cierto es que Oblak tuvo que aparecer por fin, a disparo de Xhaka, como que el Atlético merodeó el segundo.

Luego Costa pidió el cambio. Calambres sólo, tranquilizó el propio Diego, y es que la noche era de alegría. El Atlético ya tiene otra historia que contar. El viaje continúa.

Fuente

Alberto R. Barbero

MARCA

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