Francisco comenzó su visita a Chile refiriéndose directamente al escándalo de abusos en un discurso ante la presidenta, Michelle Bachelet, legisladores, jueces y otras autoridades. El escándalo ha erosionado la credibilidad de la Iglesia católica en el país y arrojado una sombra sobre su visita, la primera de un pontífice en tres décadas, informó AP.
“No puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza ante el daño irreparable cometido a niños por parte de ministros de la Iglesia”, indicó el Papa, indicando que se sumaba a los obispos al pedir perdón, apoyar a las víctimas y asegurarse que no volverán a cometerse abusos.
La Iglesia católica chilena ya había empezado a perder relevancia cuando en 2010 se descubrió que la institución había protegido a un destacado e influyente sacerdote que había abusado sexualmente de menores en su exclusiva parroquia de Santiago. El Vaticano terminó condenando al sacerdote, el reverendo Fernando Karadima, en 2011, pero la Iglesia no se ha recuperado del escándalo.
La mayoría de los chilenos se identifica como católica, pero hay una fuerte y creciente corriente de escepticismo e incluso desdén hacia la Iglesia.
Muchos en Chile siguen furiosos por la decisión que tomó el pontífice en 2015 de nombrar a un obispo cercano al reverendo Fernando Karadima, un sacerdote al que el Vaticano declaró culpable en 2011 de abusar de docenas de menores a lo largo de varias décadas.
Juan Barros, el obispo de la ciudad sureña de Osorno, siempre ha negado que supiera lo que estaba haciendo Karadima cuando era un protegido del sacerdote, pero a muchos chilenos les cuesta creerlo.
“El abuso sexual es el punto más débil del papa Francisco en cuanto a su credibilidad”, señaló Massimo Faggioli, experto en el Vaticano y profesor de teología en la Universidad de Villanova en Filadelfia. “Es sorprendente que el papa y su entorno no comprendan que tienen que ser más comunicativos en este asunto”.
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