Los vecinos, pioneros en un rudimentario sistema de alerta temprana, blindaron a los conductores de cobre con toda clase de recipientes de cristal.
Los primeros ensayos indican que los delincuentes que pretendan derribar los cables, deben también abatir las botellas. Estiman que los robacables tienen sus horas contadas en esa laboriosa comunidad.
Los lugareños, además, revistieron los cables con tubos y los envolvieron con chapas metálicas para que a los antisociales se les dificulte la tarea de segar el material.
Prefieren adoptar medidas preventivas en lugar de hacer justicia por mano propia. Lamentan que la precaria vigilancia policial en la zona facilita el hurto del sistema eléctrico.
Sin embargo, la pasada semana fue localizado al fondo de una quebrada un cadáver de un hombre en el barrio Bolívar de la parroquia Miguel Peña. Estaba desprovisto de camisa. Su cuello estaba atado con una soga. Los vecinos aseguraron que se trataba de un robacables que fue linchado tras ser sorprendido por un primitivo sistema de alerta.
Lo detectaron en flagrancia luego que un celador de la comunidad hiciera crujir una lata.
Fuente
Marianela Rodríguez