Para apreciar mejor a una persona es necesario conocerla con sus virtudes y defectos. Su aspecto físico, sus principios morales, el entorno y las circunstancias históricas que le rodearon tienen gran importancia a la hora de los juicios.
Llegar a la verdad sin ningún temor y por encima de los mitos, muchas veces, nos permite querer más a nuestros próceres y líderes.
Para muestra un botón: Francisco Natera una vez afirmó: “Los italianos no sabían de Julio César otra historia que la del conductor de legiones romanas, sus conmilitones que tanta riqueza y poder tejieron al imperio. Cuando supieron que era calvo, barrigón, no muy alto y sospechosamente mujeriego amaron doblemente al conquistador de las Galias”.
1 –Nunca usó maletín a pesar de algunas litografías que lo representan portándolo. Tomaba el pulso, medía la fiebre. No usaba estetoscopio (algunas pinturas lo muestran erróneamente con ese instrumento), auscultaba directamente a través de un pañuelo. No se sentaba y escribía el récipe de pie.
2 -Su popularidad crecía tanto que la compañía telefónica, recién instalada en Caracas, le otorgó el teléfono número uno para que realizara su trabajo.
-Durante su estadía en Paris, durante el postgrado, de ocio tocaba el violín y asistía a los conciertos .Luego al regresar al país solía tocar el piano de en vez en cuando. Antes de ese periodo, en Isnotú, se dedicó a la pintura e hizo varios cuadros.
–José Izquierdo suponía que Hernández dormía en el suelo en prueba de sacrificio como un asceta y por eso en la noche no atendía a los enfermos, pues ese tiempo era para Dios.
– Estando vivo Hernández ya su fotografía era colocada en casas y farmacias.
3 Empezando a ejercer su profesión de médico en los pueblos de la cordillera andina, José Gregorio Hernández se muestra galante con las mujeres y manifiesta su gusto por el baile. Sobre una de esas ciudades escribió: “Sus mujeres son muy simpáticas y agradables; bailan muy bien, si me guío por la única con que he bailado una noche en mi casa, con piano; me aseguran que hay otra que baila mejor que ella. Yo me hecho muy amigo de esa afamada pareja y me ha prometido bailar conmigo la segunda pieza en la próxima oportunidad”.
4 En otra parte dice: “Tres horas después llegué a Valera donde me disponía a comprar unos dulces para mitigar la sensación poderosa de hambre que se me desarrolla cuando monto a caballo; inmediatamente me vi rodeado por todos los amigos del lugar que en un abrir y cerrar de ojos me desmontaron y participaron que por ser Noche Buena debía quedarme a bailar con ellos. Todas mis excusas fueron inútiles, y estuve bailando hasta las cuatro de la mañana cuando me permitieron seguir mi camino”.
Luego remata : “A las once de la mañana llegamos a Mérida donde me detuve cinco días, para dejar descansar las bestias y porque inmediatamente me invitaron a un baile que se efectuaría el 31 de diciembre en la noche, dado por el presidente de estado y otras autoridades. El baile estuvo muy bueno…”
5 José Gregorio Hernández era un hombre de mediana estatura, más bien baja. Medía un metro con 60 centímetros. Era delgado; cuando ingresó en la orden de la Cartuja pesaba no más de 50 kg. Al final de su vida se pintaba el cabello y el bigote. Vestía pulcramente y siempre de negro.
Pero al regresar de Italia luego de su frustrado intento de ingresar en la Cartuja cambió radicalmente de atuendo. Sobre ese aspecto Jesús Rafael Rísquez escribió: “El negro palto levita, la camarita y los demás elementos fúnebres que antes usaba los había trucado por trajes de colores de acuerdo a la tonalidad del vestido y moda de la época”. Los cambios en la vestimenta y el comportamiento en general del Dr. Hernández fueron notables y sus amigos así lo testifican.
Carlos travieso, quien fue su alumno,al constatar el privilegio que tuvo de ser discípulo del santo hombre en la cátedra de histología afirma : “Al regresar del exterior y quizás como impuesta reacción a sus frustradas aspiraciones, trataba de ser excéntrico.
No más atuendos clericales y ni siquiera el austero paltó-levita y la camarita, al contrario se la daba de dandy. Conocí al doctor Hernández entonces, cuando en 1919, comencé a estudiar medicina.”
6 Más adelante Travieso habla del cabello y el bigote de Hernández bien cuidados y teñidos y de sus ropas finas: “Vestía acicaladamente trajes bien confeccionados y a la última moda, se tocaba el sombrero de fieltro elegante y en armonía con la indumentaria y gustaba calzar zapatos de dos tonos”.
7 Hernández también empezó a fumar. Su íntimo amigo Dominicí escribe: “Ya había notado yo cuan peripuesto me llegaba el viejo amigo, tan distinto del que había conocido. Al terminar la comida saca una lujosa cigarrera y brindándome dice: yo fumo ¿ tú no fumas? Rarezas ajenas a su carácter.”
8 Esos cambios bruscos en la personalidad de José Gregorio Hernández fueron criticados por la sociedad caraqueña. Algunos biógrafos explican que probablemente todo se debió a una recomendación del Maestro de Novicios de la Cartuja “como penitencia para que se burlaran de él”
9 Por último es bueno resaltar el momento que lo destaca como patriota. En 1902 los ingleses y los alemanes atacan La Guaira y Puerto Cabello para cobrarle una deuda al país.
Cipriano Castro hace un llamado para defender la patria. Entonces José Gregorio Hernández olvida su carácter apacible y la filosofía cristiana de poner la otra mejilla y es uno de los primeros en inscribirse para tomar las armas como simple soldado.
Uno no imagina a este hombre menudo que trabajaba duramente en la cátedras médicas enseñando a sus alumnos, trataba a su pacientes con esmero y rezaba varias veces al día, y que ahora el pueblo venera como santo, tomando un fusil y combatiendo en un frente de guerra.
Lo cortés no quita lo valiente.
¡Claro está que en caso de guerra José Gregorio Hernández hubiese laborado de médico!
Pero quería dar el ejemplo de valentía y patriotismo.
Edgardo Malaspina