Eso ocurrió en horas de la madrugada del jueves, y en la noche ya estaba muerto. “¿Cómo se explica ese asunto?”, se preguntó la joven.
“No creo en la tesis del enfrentamiento”, comentó. “A mi compañero, identificado como José Gregorio Colorado Sarria, de 20 años de edad, lo bajaron de la camioneta cuando pasaba por Santa María de Ipire, y posteriormente lo mataron en un sector de Las Peñitas, en Urdaneta”.
“De la relación amorosa, procreamos dos hijos y ahora ellos preguntan a diario por su padre sin poderles decir qué pasó con su papá”, dijo.
Colorado Sarria no era ningún delincuente o azote de barrio, trabajaba en la actividad comercial. “Comprábamos la carne en esos pueblos del sur de Aragua y el producto se vendía en Caracas, especialmente en El Hatillo, era el único medio de sustento para nuestra familia en medio de la crisis que estamos viviendo los venezolanos”, dijo.
“Ahora yo quedo sola, asumiendo responsabilidades y tener que dejar a mis chamos solos para conseguir la papa, producto de una actuación fuera de lugar de parte de ciertos funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana”, adicionó la declarante.
Finalizó diciendo lo siguiente: “Como madre de familia, solicito que me entreguen el cadáver para darle cristiana sepultura. Ya no puedo hacer nada por revivirlo y seguir hacia delante en medio de las dificultades”.
Fuente
Luis Antonio Quintero