- La directa
Dicen que hablando se entiende la gente y en el mundo de las relaciones hay pocas cosas tan ciertas. La mayoría de los presos de la friendzone están ahí por culpa de la ambigüedad en las relaciones modernas.
Porque los involucrados no se hablan de frente y prefieren navegar en las aguas de la incertidumbre. Incluso, es probable que quienes concluyen que fueron “frienzoneados”, lo hagan por las actitudes de su interesada y no porque ella se los haya dicho de forma explícita.
Por eso una opción rápida y efectiva para salir es simplemente confesar lo que uno realmente siente. Es impresionante lo que el hablar con seguridad y la determinación puede lograr.
En ese aspecto, basta con acercarse al ser querido, mirarlo a los ojos y decirle nuestras intenciones: “Te quiero invitar a salir” o “Me gustas y te quiero conocer mejor”.
Aunque parezca una misión kamikaze, quien recibe el mensaje se sentirá obligada a tomar una decisión. En el peor de los casos seremos rechazados, pero, al menos, no nos quedaremos en el limbo de la amistad. Si la suerte juega a nuestro favor, veremos como las paredes de la friendzone se desmoronan, dejando el camino libre para hacer el siguiente movimiento hacia una conquista definitiva.
- La pacífica
De verdad admiro a quienes ven la vida bajo una óptica zen. Son almas despreocupadas que dejan que cada problema siga su cauce y se solucione por si mismo. No se dejan enmarañar por la angustia y continúan su paso sin afectar a otros.
Imaginemos por un segundo que es la situación de un hombre a quien le gusta una chica. Ella lo sepultó en la friendzone y él, en vez de patalear para salir, opta por aceptar su destino. Entonces conoce a alguien más y empieza a salir con ella, sin dejar de “ser amigo” de la niña original.
Hay una máxima que rige nuestro mundo: “siempre queremos lo que no podemos tener”. Al no haberse estancado en una obsesión infame, el protagonista de este ejemplo siguió avanzando. Lo interesante aquí es que además de no estar solo, ganó una nueva amiga.
Ahora regresemos a su primera interesada. Ella descubrirá cualidades en su “amigo” que antes le eran impensables, y espontáneamente desarrollará una sensación de envidia y, tal vez, de deseo. Entonces, él estará en una nueva posición de elegir. Quizá es un escenario optimista, pero si algo nos ha enseñado el mundo de las finanzas es que la paciencia paga bien.
- La radical
Lo que las personas que nos hacen sus amigos no entienden o que no quieren entender es que el permanecer ahí causa dolor.
En el instante en el que ellas se enreden con otros, nos convierten en masoquistas. Quema, arde y lastima presenciar cómo el objeto de tu deseo se funde en brazos ajenos.
Por eso, cuando la causa está perdida siempre, se puede recurrir al clásico truco de magia de la desaparición. Huir siempre es mejor a sufrir; es mera supervivencia.
No obstante, los milagros ocurren y hay una pequeña probabilidad de que nuestro crush nos extrañe y se pregunte qué fue de nosotros. Ante esto, intentará ponerse en contacto y, a medida de que no lo logre, empezará a evocar la máxima del punto anterior y tal vez, sea ella quien nos termine invitando.
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