“Para encontrar a Jesús hay que plantearse un itinerario distinto, hay que tomar un camino alternativo, el suyo, el camino del amor humilde. Y hay que mantenerlo”, señaló el papa durante la celebración en la Basílica de San Pedro.
Afirmó que sólo los Magos vieron la estrella en el cielo que los guió hasta el pesebre donde nació Jesús, “no los escribas, ni Herodes, ni ningún otro en Jerusalén”.
“Hoy estamos invitados a imitar a los magos. Ellos no discuten, sino que caminan; no se quedan mirando, sino que entran en la casa de Jesús; no se ponen en el centro, sino que se postran ante él, que es el centro; no se empecinan en sus planes, sino que se muestran disponibles a tomar otros caminos”, continuó Francisco.
El pontífice subrayó que “para vestir el traje de Dios, que es sencillo como la luz, es necesario despojarse antes de los vestidos pomposos”.
Y advirtió a los fieles: “cuántas veces hemos seguido los seductores resplandores del poder y de la fama, convencidos de prestar un buen servicio al evangelio. Pero así hemos vuelto el foco de luz hacia la parte equivocada, porque Dios no está allí. Su luz tenue brilla en el amor humilde”.
“Cuántas veces, incluso como Iglesia, hemos intentado brillar con luz propia. Pero nosotros no somos el sol de la humanidad. Somos la luna que, a pesar de sus sombras, refleja la luz verdadera, el Señor: él es la luz de mundo, él, no nosotros”, añadió.
En esta fiesta de la Epifanía, el papa dijo que “los magos van al Señor no para recibir, sino para dar” e invitó a preguntarse:”¿Hemos llevado algún presente a Jesús para su fiesta en Navidad, o nos hemos intercambiado regalos solo entre nosotros?”.
Y recordó el oro, el incienso y la mirra mencionados en los evangelios, como símbolos de los regalos que se deben dar a Dios.
“El oro nos recuerda que a Dios hay que darle siempre el primer lugar, no considerándonos autosuficientes sino necesitados”, el incienso es “la oración, que al igual que el incienso necesita quemarse para perfumar, necesita también quemar un poco de tiempo, y hacerlo de verdad, no solo con palabras”, y la mirra, símbolo de la atención a los más débiles.
La tradicional misa de la Epifanía comenzó a las 10.00 horas locales (9.00 GMT), y tras concluir, Francisco se dirigió al palacio apostólico para rezar el Ángelus desde su ventana para los miles de peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro.
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