La enorme capacidad de adaptación de las cucarachas a ambientes que le son tremendamente hostiles, les ha permitido sobrevivir en nuestro planeta durante unos 350 millones de años, más o menos.
Durante ese tiempo han sobrevivido a muchos de los eventos que precipitaron la extinción de otras muchas especies. De hecho, es bien conocido que las cucarachas serían los únicos seres vivos que sobrevivirían a una catástrofe nuclear.
Es decir, que lo más probable es que estos pequeños monstruitos sigan aquí cuando la humanidad se haya ido… pero mientras tanto tenemos que lidiar con ellas.
¿Cuál es la mejor forma de matarlas?
Estos insectos pueden constituir un problema para la salud bastante importante. Son portadoras de diversas bacterias y pueden contagiar salmonelosis; afecciones intestinales como la diarrea, la disentería, la gastroenteritis, la fiebre tifoidea, el cólera; o incluso pueden producir crisis asmáticas.
Y lo peor de todo es que los ambientes urbanos proporcionan el hábitat perfecto para la vida y la proliferación de las cucarachas. Por eso es muy frecuente que nos las encontremos en el interior de nuestro hogar.
La primera reacción lógica cuando nos topamos con uno de estos bichos correteando por la cocina es el sobresalto e -incluso- la huida. Aunque después de unos instantes para retomar el aliento, siempre hay algún valiente que se atreve a pisarlas.
Sin embargo, este método no es realmente aconsejable. A primera vista puede verse como la solución más contundente al problema, pero presenta varios inconvenientes:
El primero, que la evolución ha dotado a estos insectos de una velocidad y una resistencia sobrenaturales. No sólo es muy complicado atinar en el blanco, sino que -aunque lo consigamos- la cucaracha goza de un exoesqueleto capaz de aguantar hasta 900 veces su propio peso corporal.
Y puede que pensemos que la hemos conseguido liquidar… y que la tiremos a la basura. Pero no sería la primera vez que reviven y saltan del cubo una vez se han serenado de nuevo.
Y aunque consigamos darle matarile, también debemos tener en cuenta que una cucaracha aplastada puede liberar una serie de toxinas y secreciones que son alérgenos para los humanos que pueden dar pie a algunas reacciones desagradables, como la rinitis o la conjuntivitis.
Otro inconveniente es que sólo te libras de una de ellas con cada pisotón…. pero son criaturas que viven en colonias.
Así que no es una táctica demasiado eficiente. O peor todavía, si tenemos la casa relativamente limpia y hay poca comida, es posible que la propia cucaracha (ahora espachurrada) se convierta en alimento para su familia.
Al fin y al cabo, estos bichos se alimentan de materia orgánica en descomposición… y no son unas criaturas conocidas precisamente por su pudor.
Afortunadamente, existen métodos mucho más efectivos y que no exigen conocimientos de artes marciales. Ni siquiera es necesario que salgamos de casa para comprar veneno.
Simplemente hay que hacer una mezcla de azúcar y bicarbonato de sodio, a partes iguales. Y repartir la mezcla en varios recipientes que luego distribuiremos por la casa; situándolos en aquellos puntos de nuestra casa más susceptibles de alojar cucarachas.
Las cucarachas se sentirán tentadas por el azúcar… y cuando sientan que no hay peligro, se lanzarán rápidamente a por él.
Sin embargo, no solo van a comerse el azúcar, sino que también se comerán el bicarbonato. Eso es letal.
El efecto del bicarbonato se desata en el organismo cuando está en contacto con el agua, por lo que convendría dejar otro recipiente con un poco de agua al lado del anterior.
Este método es mucho más aconsejable que otro tipo de venenos del mercado, porque -a diferencia de ellos- el bicarbonato de sodio no es tóxico para niños y para mascotas… además es mucho más barato.
¿Por qué siempre mueren boca arriba?
Y lo cierto es que las cucarachas no siempre mueren de esta forma. Ya hemos explicado que una de las formas más comunes que tienen de morir estos bichos es aplastadas.
Es una obviedad, pero en estas situaciones, no suelen morir panza arriba. Cuando mueren por “causas naturales” tampoco quedan boca arriba. En realidad, solo quedan en esta postura cuando han sido envenenadas.
Esto sucede porque los insecticidas afectan a su sistema nervioso, provocándoles la pérdida de sincronía de sus músculos. Al morir, sus extremidades se tensan y se contraen. Es lo que se conoce como rigor mortis.
Sin embargo, debido al efecto del veneno… no lo hacen al unísono. Por eso se ladean hasta que -en la mayoría de los casos- la forma de su cubierta hace que queden boca arriba. Entonces, no es que las cucarachas se queden siempre con esta postura al morir.
Lo que ocurre es que la mayor parte de los cuerpos de cucarachas que solemos encontrarnos han muerto por el efecto algún veneno.
Algo que también debemos destacar es que las cucarachas sí pueden volver a colocarse correctamente por sí mismas.
Existe una leyenda urbana que dice que si -por algún motivo- una cucaracha queda boca arriba… esta será incapaz de darse la vuelta y colocarse boca abajo por su cuenta, pero no es cierto. De hecho, suelen hacer esto de ponerse boca arriba como un mecanismo de defensa.
Larazon.es