A pesar del prestigio del que goza en Estados Unidos, Hausmann se dice exasperado con las penurias de su pueblo y con la necesidad de comenzar a reconstruir a Venezuela. Este fondo ayuda a entender por qué el profesor escribió un artículo a principios de enero pidiendo la intervención de una coalición militar extranjera – con la participación de los países de América Latina como Brasil – para sacar del poder al régimen de Nicolás Maduro.
La idea fue clasificada como “pura y simplemente un delirio” por Aloysio Nunes, el ministro brasileño de Relaciones Exteriores. En una entrevista a EXAME en su sala en el Centro para el Desarrollo Internacional de Harvard, Hausmann argumentó por qué cree que los brasileños no pueden quedarse pasivos ante la tragedia venezolana.
- ¿Cuál es la situación en Venezuela?
-Nunca hubo en América Latina nada que esté a la altura de la catástrofe que está ocurriendo actualmente en Venezuela. Estoy hablando de hambre y de muertes de niños por desnutrición. Para mí duele más porque yo sabía que eso iba a suceder. Se produjo un colapso de la producción agrícola y de las importaciones de alimentos. Hoy no hay proteínas ni suficientes calorías para alimentar a la población. Y el gobierno se niega a recibir ayuda humanitaria. Este mismo gobierno anuló al Poder Legislativo después de que la oposición ganó dos tercios de la Asamblea Nacional y usa a las Fuerzas Armadas para reprimir a las personas que piden una solución.
- ¿Cuál es su propuesta para solucionar la crisis venezolana?
-Propongo que el Poder Legislativo vote el impeachment de Maduro por violación de la Constitución, como dice la Organización de los Estados Americanos, y pida ayuda militar internacional.
- ¿Eso se haría sobre la base de qué antecedente histórico?
-Los países son libres para pedir asistencia militar. Sólo es necesario obtener el permiso del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas cuando un país quiere invadir otro, pero ese no es el caso en Venezuela. Se trata de una petición de ayuda de los venezolanos a los países latinoamericanos, europeos y a los Estados Unidos y Canadá para conseguir que se cumpla la propia Constitución. Algo similar ocurrió en Albania en los años 90, cuando países europeos formaron una fuerza internacional para restablecer el orden en el país.
- ¿Por qué Brasil debería interferir en un problema interno de un país vecino?
-Si Brasil fuese vecino de Ruanda o de Bosnia, ¿Brasil habría ido contra la intervención en esos países cuando ellos fueron víctimas de masacres? Los países intervienen en los asuntos unos de otros porque existe una obligación moral. Cuando se escriba la historia de este período que estamos viviendo, los brasileños no tendrán como decir que no pudieron hacer nada mientras los venezolanos morían. Aún hoy se discute por qué los aliados no bombardearon Auschwitz, la red de campos de concentración en Polonia. Tanto por parte de padre como de madre, soy hijo de sobrevivientes del Holocausto. Conozco esa historia por la ósmosis. Mi madre recordaba como uno de los días más felices de su vida aquel en que los soldados estadounidenses llegaron para liberar el lugar donde estaba escondida en Bélgica. Ella contaba que sintió una felicidad enorme, pero, como no hablaba inglés, no podía expresarse. Entonces corrió a tomar flores para dar en agradecimiento. Los estadounidenses siguieron hacia el norte, pero no consiguieron liberar a Holanda en aquel septiembre de 1944. La consecuencia de eso fue que hubo un hambre en Holanda que dejó secuelas históricas. Hay estudios sobre el impacto de la desnutrición en los niños nacidos entre 1944 y 1945 y en los hijos de esas personas. El hambre en Venezuela actualmente es peor que la de los Países Bajos de aquellos años.
- ¿Cuál es la magnitud de la crisis humanitaria en Venezuela?
La población no tiene acceso a una serie de medicamentos, los hospitales tienen equipos obsoletos y la gente está muriendo por tonterías. Cuando nace un bebé y la madre no puede amamantarlo, ese bebé muere porque no hay fórmula láctea industrializada. El periódico The New York Times publicó un artículo en diciembre al respecto. El gobierno no publica números hace aproximadamente un año.
- En los medios diplomáticos, se teme que un eventual apoyo brasileño a su idea abra el precedente para más tarde, a una fuerza internacional para invadir Brasil bajo el alegato de protección a la Amazonía. ¿Cuál es tu opinión?
-¿Brasil va a dejar que mueran miles de venezolanos por temor que en el futuro tal vez sea atacado? Esta no es una posición moralmente sostenible. El derecho internacional habla de la defensa colectiva de la democracia y de la universalidad de los derechos humanos. ¿Vamos a dejar la defensa de esos puntos siempre a las grandes naciones, o Brasil alguna vez va a elevarse al nivel de los países que tienen alguna responsabilidad internacional? ¿Hasta cuándo los brasileños están dispuestos a quedarse de brazos cruzados mientras ocurre una tragedia en un país vecino y hermano?
- ¿Por qué usted quiere convencer a los brasileños a intervenir si antes es necesario convencer a los estadounidenses?
-Reconozco que no soy un actor político. Soy un profesor. Y mi función es crear un marco para que podamos pensar en la naturaleza del problema. Veo que las alternativas que están hoy sobre la mesa no son lo suficientemente fuertes para cambiar la realidad. Las conversaciones en curso entre el gobierno y la oposición no van a ninguna parte. Y lo peor, la persecución a la oposición sólo aumenta. Estoy tratando de pensar fuera de la caja. Si hay una amenaza real de intervención internacional, creo que Maduro va a aceptar una negociación política. El Ejército venezolano fue desmantelado. Los tanques, las radios y los barcos no funcionan. Si mi idea no es buena, estoy abierto a escuchar otras. ¿Cuáles son las propuestas de los brasileños? Pero hay que actuar pronto. Cuanto más se espera, más aumenta el número de muertos y refugiados.
- ¿Cuando usted pensó en una fuerza internacional?
-Confieso que estoy viviendo una crisis existencial. La situación económica en Venezuela se deteriorará mucho más si no se hace nada. Será mucho más terrible. Terminé mi doctorado en 1981, ya trabajé en más de 50 países y estudié a otros tantos. No recuerdo haber visto una situación similar a la de Venezuela.
Por Eduardo Salgado desde Crambridge para la revista Exame (Brasil) | Traducción libre del portugés por lapatilla.com
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