Perú llevaba 36 años esperando este partido y sus jugadores salieron al campo como un ciclón. Un huracán de fútbol ante el que la aseada Dinamarca sólo podía soportar el chaparrón. Una agresividad bien entendida que empequeñeció de repente a los daneses. Aprovechando la relajación de Pione Sisto en su banda, Perú volcó el ataque en el carril derecho y las llegadas fueron constantes.
El arreón peruano duró veinte minutos. Justo en el momento en el que Eriksen entró en juego retrasando un poco su posición para generar fútbol. Dinamarca recuperó el control de la pelota, pero sin peligro aparente.
Con el partido ya parejo llegó el momento del VAR. Un penalti claro de Poulsen a Cueva, que el colegiado de Gambia, Bakary Gassama, se merendó, fue rearbitrado y acabó con el peruano lanzando a la grada una pena máxima tirada de forma nefasta. se marchó, como toda Perú, con lágrimas al descanso.
El penalti fallado por Perú pareció ser la puya definitiva para que Dinamarca despertara de la siesta. Los nórdicos salieron con otro ímpetu del vestuario y en el momento en el que el partido se desordenó, una contra perfecta llevada por Eriksen acabó con Poulsen superando a Gallese en su salida y poniendo en ventaja a su país.
El gol danés hizo reaccionar a Gareca de forma eléctrica y metió en el campo al líder. Paolo Guerrero salió al césped con un halo especial. La primera pelota que tocó la remató con la cabeza y el estadio, en su mayoría peruano, vibró. Poco después un taconazo del delantero lamió la base del palo deteniendo el corazón de toda Dinamarca.
Con Guerrero en el campo llegó el zafarrancho peruano. Todos al ataque y Dinamarca achicando agua como podía para evitar el empate. Acoso total con Carrillo y Farfán encerrando a los daneses. Pero a Perú le pudo la ansiedad. Jugó un partido redondo, pero se le negó el gol en los últimos metros con un Schmeichel espectacular.
Fuente
Diego Picó