Giroud había acabado en el suelo las dos primeras veces que lo buscaron sus compañeros. Coincidieron esas acciones, además, con un trepidante arranque peruano para anunciar en clave francesa un incómodo partido… que no fue tal.
Porque a partir de ahí el ariete ‘bleu’ desempolvó el catálogo de los movimientos para que, desde su presencia sobre el césped, todo el equipo creciera de forma vertiginosa.
De ese modo lo que parecía campo de minas se convirtió en alfombra. La de Lucas es la metáfora perfecta de ese desarrollo hasta el intermedio: en los primeros minutos andaba pendiente de Advíncula y Carrillo, ora uno, ora otro, cargando el juego por ese carril; en los últimos, después de merendarse a los dos, aún le daba para recorrer la banda hasta que se acababa, topando incluso con el guardameta rival en lo que hubiera sido el 2-0.
Porque fue que Giroud empezara a bajar las que le llegaban y que a partir de ahí volaran Mbappé y Griezmann, se gustara Pogba y siguiera a lo suyo Kanté, tipo que lo recupera todo menos el resuello, más que nada porque eso nunca lo pierde.
Se dibujó así una Francia notable que encontró puerta a la sexta, poco después, curiosamente, de que Lloris evitara la que hubiera sido ventaja peruana, sacando a Guerrero un disparo que si merecía mejor suerte era por el control orientado anterior, al que Umtiti asistió sorprendido.
Antes de la diana, y para desesperación de su seleccionador, Francia entendió oportuno rendir homenaje al sufijo ‘azo’: hubo dos derechazos de Griezmann, un zapatazo de Pogba, un cabezazo de Varane y un taconazo de Mbappé… pero entre Gallese y cierta falta de puntería aquello se mantuvo en tablas hasta que, superada la media hora, una salida franjirroja derivó en robo y asistencia del jugador del United para que Giroud disparara y el involuntario toque en Rodríguez superara por alto al meta y permitiera la irrupción de Kylian desde atrás.
Vaya usted a saber si la decisión de Gareca tuvo que ver directamente con esa acción del gol, el caso es que el central peruano fue uno de los que se quedó en la caseta de cara al segundo acto.
El otro cambio, Farfán dentro y Yotún fuera, era en todo caso el que anunciaba un Perú dispuesto a todo menos a rendirse, pero que enseguida encontró motivos para el lamento: la escuadra escupió uno de esos disparos con efecto de fuera hacia dentro, de modo que si Aquino hubiera golpeado el cuero medio metro por detrás hubiera hecho uno de los goles del torneo.
Pero no se vive de lo que pudo ser, y menos en el campeonato del mundo. El segundo acto dejó el dominio para nada de Perú, que por no tener ni siquiera tuvo más ocasiones. Francia dio por bueno el botín hasta, a la que acabó el partido, Kanté se dirigió a objetos perdidos. Por si aún quedaba algo por recuperar…
Fuente
Alberto R. Barbero