25 años después de su muerte vive en el recuerdo de todos sus admiradores pues hizo reír a varias generaciones de latinoamericanos y españoles con un humor que dejaba entrever un trasfondo de crítica social.
Su vida
Formó parte de una familia numerosa, abandonó sus estudios siendo muy joven y se dedicó a limpiar botas, fue cartero, taxista y boxeador, entre tantas otros oficios a los que se abocó antes de trabajar en el circo.
Cantinflas debutó en el cine en 1936, aunque fue un año después en el que se volvió sumamente exitoso con “Cara y cruz”, desde ese entonces, no abandonó jamas su personaje. Encargándose se hacerlo memorable por su ternura, su inigualable figura y vestimenta y su manera de expresarse.
Con títulos como: El Padrecito (1964), Su excelencia (1966) y Un Quijote sin mancha (1969) consiguió acrecentar su enorme popularidad en los países hispanohablantes.
Cerca de medio millón de persona se despidieron del actor en la capilla ardiente, abierta al público durante dos día en un teatro de la capital mexicana.
Cantinflas dejó escrito su epitafio: “Parece que se ha ido, pero no es cierto”.
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