Como buen llanero acostumbrado a las faenas matutinas de la sabana, a las 4 y 30 de la mañana partió hacia el infinito a reunirse con sus otros seres queridos en el más allá, aunque en el más acá no entendamos el por qué de un viaje tan repentino, cuando apenas inicia un nuevo año.
José Gregorio es uno de esos hijos del caserío Palmarito, del municipio Zaraza, que con mucho esfuerzo logró ubicarse en los confines del bullicio citadino. Se graduó de licenciado en administración en la Universidad de Carabobo. Llegó a ser gerente de Relaciones Industriales del diario El Aragüeño y de otras importantes empresas en el centro del país.
Hoy el llano lamenta su pronta partida cuando aún tenía mucho que darle a este país y a su familia, porque Zamora fue un hombre como pocos. Siempre tenía su mano extendida para ayudar al más necesitado y no era de los que perdía el tiempo quejándose, sino que se ocupaba en lo que tenía que resolver sin demoras.
EL Tubazo Digital
Ramón Figuera