En un principio se indicó que la cifra de fallecidos era 1.944, pero después se corrigió a 1.948 en una rueda de prensa en Yakarta, de las cuales 885 han sido enterradas en fosas comunes y del resto se encargaron sus familiares.
El número de heridos hospitalizados es de 2.549, mientras que 74.444 indonesios se encuentran acogidos en centros de desplazados y 65.733 viviendas resultaron destruidas o dañadas.
“El problema actual es cómo enviar asistencia sanitaria a las zona aisladas. Actualmente estamos usando helicópteros para llegar hasta ellos”, indicó el jefe de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNPB), Willem Rampangilei, durante la conferencia transmitida por televisión.
Según la BNPB, el servicio de agua, electricidad y gasolina ha sido restablecido casi en su totalidad en la mayoría de zonas afectadas, donde en los últimos días volvieron a abrir bancos y mercados.
El jefe de la división de la BNPB que se encarga de coordinar la ayuda internacional, el teniente general Yoedhi Swastono, señaló en la citada comparecencia que Indonesia ha recibido ayuda logística y material, como generadores, material de acampada y aviones de transporte, de 13 países, y añadió que otras naciones han colaborado con donaciones económicas.
El gobernador de la provincia de Célebes Central, Longki Djanggola, en una intervención distinta llamó a la población a recuperar la vida normal, mientras continúan las operaciones de búsqueda de supervivientes y desaparecidos que se mantendrán hasta el próximo jueves.
El Ministerio de Educación también hizo un llamamiento a los responsables de las zonas afectadas a reanudar las clases, pero aparte de los daños sufridos por los colegios “muchos profesores están afectados por traumas”, según Rampangilei.
Palu, la capital de Célebes Central y con una población de unas 350.000 personas antes de la catástrofe, es la zona más golpeada por el desastre.
Fuente
Con información de la EFE