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Adolfo Rodríguez / Un territorio denominado Cachicamo

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Aquella amplia zona de terrenos al sur de la recién creada Santa María de Ipire se denominaba quizá, casi totalmente, con el zootopónimo de Cachicamo, enunciación hispana de una voz que debía sonar de manera más grata, de acuerdo con la recopilación de Lisandro Alvarado (citado en “Voces Indígenas”, en Letras de Cojedes). La cataloga “voz cumanagota”, pero también la encuentra “en otras lenguas caribes, el calina kachikamon, el tamanaco kaikkámo, el arecuna kachikamó”.

Era el nombre de un cacique o capitán indígena, quien tal vez moraba en esa zona, eran sus correrías o territorio de su agrupación. Una de esas porciones del vasto imperio de Anoatal, “murada de tres cercas”, en la confluencia del Tamanaco en el Quebrada Honda, donde los conquistadores son bien recibidos por el cacique Guaramental y la cacica Orocomay, quien da nombre a la provincia en que reinaba. (Castellano, Juan, 1, Eleg. XI, c. 5º).

Territorialidad que, probablemente, comprendía, antes de su poblamiento hispano, un puerto frente al Orinoco con tal denominación, quizá donde ahora se encuentra Puerto Requena. Merodeadero, a mediados del siglo XVIII, de contrabandistas. Un conflictivo ejercicio que inquietaba a la Gobernación de Caracas y a los capuchinos, dentro del complejo teatro de disensiones que enfrentaba provincias, economías, religiosos y etnias. Por lo cual informa el fraile Pedro José de Villena: “el trato ilícito que los extranjeros tienen por dicho puerto de Cachicamo a donde llegan y parten sus embarcaciones, el que está a las fronteras de los caribes” (Carrocera, III, 9-10, 106).

Pudiendo ser que el centro de acopio de tan ilegales mercaderías, tierra adentro, fuese aquel lugar, luego de 14 leguas, un día de camino de la costa, denominado Mesa de Cachicamo, próximo a una laguna llamada también así y que sería eje de irradiación poblacional colonizadora.

Se le ubicaba a orillas del río Chibata y, de allí se marchaba hasta la misión de Nuestra Señora de Alta Gracia de Iguana, pasando por el sitio donde luego se fundaría la Misión de Altamira, a seis leguas. Un camino bueno y llano, a excepción de quebradas y algunos sanjonotes. El río de Iguana a media legua de distancia del pueblo de este nombre. Pasandose , además, algunos morichales y, a mitad de camino, uno donde hay atascamientos y se cayó una carga del obispo Mariano Martí cuando, desde la Nueva Barcelona, viajaba hacia Cabruta.

La laguna de Cachicamo se recordaba como muy grande y sus tierras “utilísimas tierras para toda cría de ganado mayor”.

El zootopónimo “cachicamo” refiere, sobretodo, al famoso armadillo, el Dasypus novemeintus. cuadrúpedo de la familia Dasypodidae. su especie Dasypus sabanicola, descrita por el doctor Edgardo Mondolfi y común en sabanas del Guárico y Apure (Tamayo, 1977). Aunque designa, además, una avispa. Y es fitotopónimo, por cuanto existe un árbol con dicho nombre.

ILUSTRACIÓN: Por estos senderos se iba al vasto mundo que una vez se llamaba Cachicamo (Fotografía reciente tomada por el ingeniero Luis Eduardo Piñango Álvarez)

Adolfo Rodríguez

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