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Arturo Suárez / Gran debate nacional

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Recientemente les escribí sobre el tema de las venideras elecciones presidenciales y su importancia a nivel nacional, regional e internacional.

Sé perfectamente que no descubro el agua tibia con esto, pero debo recalcarlo como introducción obligada a lo que será, sin temor a equivocarme. Un evento de vital interés a escala planetaria, dónde muchos van a pretender incidir, directa o indirectamente, de acuerdo a las circunstancias y/u oportunidades.

Hablando en términos locales (desde Venezuela) es fundamental para quienes hemos asumido la defensa del proceso político, conocido como la Revolución Bolivariana, entender, pero de verdad, verdad, entender, la necesidad impostergable, de conformar  una gran estructura de carne y huesos, que trabaje y consiga la reunificación del chavismo.

Esa es, en mi opinión, la única opción de triunfo, dadas las circunstancias, pero para alcanzar eso, reitero lo  dicho en otras ocasiones, no deben estar al frente, personas sectarias, porque eso líquida cualquier posibilidad de reencuentro.

Pero ese no es el tema al que quiero referirme hoy, solo les dejo mi reflexión al respecto.

Estrategias equivocadas

Todo evento electoral, al menos en Venezuela, viene revestido de una fuerte carga, positiva o negativa, denominada campaña electoral.

Es en ese aspecto, donde quiero enfocar mi análisis, considerando que la forma como se aborden los temas y situaciones, de la ya mencionada campaña, dependerá en muy buena medida, el resultado, lo que nos obliga a revisar con mucho detenimiento, errores cometidos en el pasado reciente, que hoy por hoy, no debemos darnos el “lujo” de repetir,  por ejemplo:

1) Querer basar nuestro mensaje al electorado, únicamente en señalar fallas y defectos de las o los candidatos de oposición. Ojo, no estoy negando la necesidad de denunciar el carácter apátrida, entreguista, y corrupto, de la vocería opositora, eso debe hacerse, pero no debe ser la única fuente de discusión o debate ante nuestro pueblo. Les recuerdo que eso no nos  funcionó, en las elecciones de Asamblea Nacional del 2015, donde la oposición ganó prácticamente las dos terceras partes del Parlamento.

2) Pretender sostener respaldo popular anclado al clientelismo, una cosa es impulsar políticas sociales, por demás necesarias, y otra aspirar “amasar votos” apoyándose en regalos y dádivas materiales.  Ya en éste punto de nuestra historia política, debemos tener claro que el pueblo despertó, para bien de unos y para mal de otros, esa es la realidad. Para quien no esté convencido de esto, les invito revisar lo acontecido en las pasadas  elecciones regionales, capitulo Barinas, donde el Gobierno Nacional, movilizó al tren ministerial, para brindar “apoyo” en la polémica repetición del proceso electoral de ese estado, y  como respuesta, el pueblo se pronunció, dando una paliza de proporciones épicas, en la propia cuna del chavismo, habría que felicitar a las “lumbreras” que recomendaron repetir el proceso. En conclusión, los regalos no son garantía, la gente está preparada para beberte el agua y romperte la tinaja en la cabeza.

La propuesta

Digan lo que digan, Hugo Chávez partió la historia política de éste país, en un antes y después, estimulando no solo la organización popular como base de lucha, sino más importante aún, el estudio de nuestra Constitución, como principal herramienta para asumir la defensa de nuestros  derechos.

Por eso, a la hora de hacer campaña, tomemos  en cuenta que estamos ante un hermoso y altamente preparado pueblo, que es muy noble, pero no pendejo, que ha mostrado en su resistencia, muchísimo civismo y madurez política, la misma madurez que lo lleva a evaluar, a quien y porque, debe respaldar con su voto.

Es un auténtico reto para nosotros, estar a la altura de las legítimas exigencias de ese pueblo, no bastará con señalar los errores de otros, o con llevar electrodomésticos a una comunidad, debemos ir casa por casa, mirar a nuestra gente a los ojos, y convencerla que somos la mejor opción, pero para eso, nuestros dirigentes deben predicar con el ejemplo.

En la comunidad, donde hubo una imposición, producto  del amiguismo, o algún otro atropello, debe asistir el responsable del error, asumiendo su falla, diciendo sin tapujos ni medias tintas “me equivoqué” eso sí, decirlo con sinceridad, y mostrar plena disposición a corregir.

Esa es la única forma de retomar la sana conexión con las bases, para así volver a gozar de su confianza y respaldo…

Ruego a nuestro Dios todopoderoso para que así sea…

Desde aquí fuerte abrazo!!

Arturo Suárez militante del PSUV

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