Y que no se le ocurra al Gobierno chavista ayudar a ese pueblo que el sifrinaje dice querer salvar, porque lloverán los “yo soy médico (ingeniero, abogado, odontólogo…) y gano Bs 200 mil al mes y Maduro le va a dar a las embarazadas 700 mil a cambio de nada; ¿quién va a querer estudiar si ganas más por quedar preñada?”. “Ya verás a los Yeikensons preñando a tres Yuleisis a la vez para meterse sus reales”, y el siempre nefasto “enséñalos a pescar”.
Y es que fue precisamente la atención a los pobres lo que encendió la llama del odio antichavista. Todas las misiones han sido atacadas con tanto odio que han dejado al descubierto las miserias más miserables, como aquel nefasto obispo, Lückert, que llamó “Misión abre las piernas”, con asco, con lujuria, con cierta envidia, a la misión creada para atender a los bebés de los sectores más vulnerables. “¿Qué van a hacer esos animalitos con una computadora?” -dijeron de las Canaimitas. Las burlas envenenadas de soberbia contra la Misión Robinson, la Universidad Bolivariana. Los ataques a Barrio Adentro “médicos santeros, adontrinantes con burundanga”. ¿Qué no han dicho de las misiones de alimentación? “Misión Maqueta, gallineros verticales” llamaron a la Misión Vivienda. “Arrastrarse por una caja de comida”, dicen del Clap.
Desde esa orilla del odio se embarran con todo que supongan le hace daño al chavismo: desde una guarimba violenta, a un terrorista en un helicóptero lanzando granadas sobre Caracas, sanciones financieras, hasta una invasión militar gringa; cualquier cosa que acabe con el único gobierno que protege a los pobres y que en tiempos de crisis no los condena a pagar con recortes sociales, desamparo y miseria, como sucede en los países “civilizados” que dicen querernos ayudar.
Carola Chávez / @Tongorocho