Hay muchas conciencias aletargadas en este país. Lo vengo notando y señalando en mucho de lo que escribo. Esto es peor que cualquier crisis económica, porque hasta a una nación en cenizas y ruinas se le puede levantar, pero, ¿quién levanta las ruinas humanas?
El espíritu inquieto, inconformista y de lucha que nos caracterizó desde los albores de la independencia hasta hoy, amenaza con desaparecer. Si es que ya no desapareció. “Conformamos una sociedad anestesiada, temerosa y sin capacidad de reacción” escribió alguien…
¿Qué virus nos infectó? Hay virus de naturaleza política e ideológica que contaminan mente y corazón…
Es que por medio de lideres, gobiernos e ideologías se puede someter la voluntad y al espíritu de lucha de un pueblo, reduciéndola a menos que nada. Ejemplos los hay innumerables. Y yo riego pródigamente mis artículos con ejemplos extraídos de la historia.
Cuando cayó el comunismo en Europa y se unieron las dos Alemanias, la de occidente tenía algo en contra de la recién incorporada del Este. La mal llamada RDM (República Democrática Alemana) –así se mentaba la de oriente- daba muchos problemas.
No se adaptaba al espíritu emprendedor de las democracias capitalistas occidentales. Les faltaba iniciativa. No poseían ese empuje varonil de los países desarrollados. Bajo el comunismo, eso era un delito y no se les enseñó. estaban castrados de iniciativa propia. El Estado lo era todo, lo suplía todo. Y hasta pensar por cuenta propia costaba.
Si algo debió aprender este país -mi Venezuela- entre 1989 y 1991 es del daño que le hizo el comunismo a la psique y a la personalidad de sus habitantes en general. Solo bastaba echarle un vistazo a la evidencia y, como seres racionales y pensantes, sacar las conclusiones pertinentes. Pero vino el golpe de 1992, -con su famoso “Por ahora”- las elecciones de 1998 y finalmente se entronizó algo llamado “Socialismo del siglo XXI” y… no aprendimos nada…
Ahora me resulta más fácil esperar una bolsa o dádiva del gobierno que salir a vender yogur casero -como lo hacía cuando yo era un pequeño comerciante- y en tal caso que me decida por la indigencia, hay miles de bolsas de basura con suculentos platillos que probar
Por eso que no me canso de decir y repetir hasta el cansancio que de la historia se aprende que el hombre no aprende nada de la historia…
Daniel R Scott