James, en una de las mejores actuaciones de todos los tiempos, añadió ocho rebotes y ocho asistencias en 48 minutos. Solo otros cinco jugadores en la historia han sido capaces de alcanzar los 50 tantos en un partido de las Finales: Elgin Baylor, Michael Jordan, Rick Barry, Jerry West y Bob Petit.
Por los locales, Stephen Curry lideró a los suyos con 29 puntos, seguido por Kevin Durant con 26 y Klay Thompson con 24. Los de Steve Kerr sacaron adelante el duelo a pesar de perder de forma clara la batalla por el rebote (38-52).
Las estrellas de ambos bandos aparecieron desde el primer instante. Lo hizo Curry con un triple de más de siete metros y un precioso “alley-oop” para Durant que puso en pie al Oracle Arena, pero también James, intenso en defensa y eléctrico al contraataque.
Los dos jugadores anotaron nueve de los primeros 15 puntos de sus equipos en un ambiente ensordecedor hasta que un fuerte golpe de JR Smith sobre Klay Thompson le mandó momentáneamente a vestuarios con una contusión en la pierna izquierda.
La tensión se palpaba en el pabellón enfilando la recta decisiva, en la que Golden State, beneficiándose del trabajo sucio de Kevon Looney y de dos lanzamientos exteriores de Curry y Draymond Green, logró comandar el marcador (100-94).
“El rey” LeBron, respondiendo como los grandes elegidos de este deporte, emergió y parecía que las aguas se abrían a su paso (102-104). Durant empató desde la personal, James volvió a romper cinturas y Curry firmó un dos más uno (107-106).
A falta de 4,7 segundos, George Hill insufló oxígeno desde la personal (107-107) pero falló el segundo tiro y el choque llegó a la prórroga después de que Smith, despistado, perdiera tiempo pensando que su equipo había ganado el partido.
Llegados a ese punto, los Warriors se mostraron más frescos y efectivos y se impusieron con cierta soltura tras un choque épico que promete ser el nacimiento de una serie más apasionante de lo esperado.
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Antonio Martín / EFE