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Jesús Lárez / Es urgente un representante de unidad nacional

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San Juan de los Morros.- Ante la realidad histórica, la falta de cohesión y la responsabilidad de orientar las fuerzas opositoras para la reconstrucción de la democracia, es necesario hacer de forma detenida y ponderada un Gran Acuerdo de Unidad Nacional entre todos los elementos que hacen vida política, económica, gremial, académica, religiosa y voluntaria en el país, inclusive de los sectores ligados a la seguridad y defensa de la nación.

No es necesario hacer un inventario de todas las penurias que aquejan la vida de los ciudadanos, debemos con urgencia lograr sintonía con las necesidades y exigencias de las personas para poder contar con un liderazgo robusto que pueda aglutinar voluntades para lograr enfrentar los obstáculos que impiden reconquistar la democracia y mejorar la calidad de vida de todos los venezolanos.

 No es tiempo de mezquindades, de culpables o inocentes, todos de algún modo hemos pecado ya sea de hecho u omisión. La patria grande nos pide a gritos que el sueño de nuestros libertadores no se desmorone por las garras imperialistas del comunismo cubano, por los intereses leoninos de potencias mundiales que han visto la debilidad de nuestros gobernantes y han logrado profanar nuestros suelos para llevarse valiosos recursos. Hoy somos la presa en disputa por aves de rapiña.

Venezolanos, llegó el tiempo de pensar en nosotros, en luchar por nuestra soberanía, en reconquistar la democracia que permitió el sueño latinoamericano de progreso para muchos. Debemos consolidar un bloque coherente opositor al régimen, que involucre a todos los sectores, sin perder cada cual  su autonomía organizativa y caracterización ideológica, pero consustanciados en un objetivo común.

El representante o vocero del Gran Acuerdo de Unidad Nacional debe ser seleccionado por un amplio consenso, que se traduzca en respuesta favorable y movilice mayorías. Debe existir la verdadera voluntad de trabajo en equipo, de unión,  de conciencia.

Considero que para que se logre un amplio consenso se deben consultar a los rectores de las universidades autónomas, a los líderes religiosos, a los sectores agroproductivos (fedenaga, fedeagro, etc), al sector Industrial y comercial (fedeindustria, fedecámara, etc), igualdad de participación de todos los partidos políticos, gremios, organizaciones disidentes al gobierno y una participación protagónica de los ciudadanos a través de un sistema de encuestas.

Se debe elaborar de forma conjunta un proyecto nacional que impulse y estabilice la economía, encaminado a recuperar el valor de nuestro signo monetario, que ofrezca garantías de seguridad de bienes y personales, que genere confianza, que luche por romper el círculo de la pobreza, que crea en la academia, en la investigación e innovación, que defienda la soberanía y luche por el desarrollo agroindustrial, por recuperar nuestra empresa petrolera, siderúrgica, que estabilice e invierta en la mejora de los servicios eléctricos, de comunicación, de agua potable y gas.

Debe ser un proyecto que se traduzca en la defensa acérrima de los derechos ciudadanos (vida, salud, seguridad, vivienda, educación, políticos, libertad, económicos), que garantice la trasparencia en los manejos de los recursos y se sostenga inmaculado ante poderes independientes que controlen y supervisen con conciencia patria cada línea del proyecto y cada acción personal. Este gran acuerdo debe ser apoyado por las fuerzas encargadas de velar por el cumplimiento de la constitución y las leyes y, democráticamente,  debe reconocer y valorar respetuosamente las diferencias ideológicas.

Sabemos que no es una encomienda fácil, pero tampoco imposible. La voluntad y la responsabilidad histórica deben marcar la pauta.

Los venezolanos somos del tamaño del compromiso y seguro estoy que todavía existen muchos ciudadanos dispuestos a trabajar duro por reconquistar nuestra libertad y principios democráticos que nunca más deben ser dejados confiscar. Lo que ha sucedido en Venezuela debe servir para comprometer a las organizaciones en una política nacional de largo alcance, con visión de progreso y encaminada a lograr la consolidación de una nación técnica e industrialmente desarrollada y socialmente feliz.

Jesús Lárez

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