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Los Tubazos del Domingo / “El Arte de la Guerra” en la política

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el arte de la guerra

 “El Arte de la Guerra” siempre será una aleccionadora lectura aplicable a la política, mercado, liderazgo y hasta relaciones de pareja.

Escrito por Sun Tzu un general chino del siglo V antes de Cristo. Un estratega de la guerra que Inspiró a Napoleón, Maquiavelo, Mao Tse Tung y muchas otras figuras históricas.

Después de dos mil quinientos años de antigüedad, este corto libro es aplicable a la situación política actual de los venezolanos. Seis consejos hemos extraídos de sus capítulos:

“Un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después. Esta es la diferencia entre los que tienen estrategia y los que no tienen planes premeditados”.

Las organizaciones políticas son como un ejército, sin importar la cantidad de soldados que tengan. Deben creerse victoriosos antes del combate.

No se puede a ir a unas elecciones divididos y derrotados. Sun Tzu nos convence de que nuestra primera victoria es la interna; la unidad y la fortaleza de los integrantes de mi ejército.

Al tener esto, me lanzo a la batalla; a la conquista de espacios, poder y respaldo.

En este momento los polos de poder que existen en el país deberán evaluar que tan fuertes y unidos están para ir a unas elecciónes. Más importante aún, que tan débil y divididos están sus adversarios.

“Cansa a los enemigos manteniéndolos ocupados y no dejándoles respirar. Pero antes de lograrlo, tienes que realizar previamente tu propia labor. Esa labor consiste en desarrollar un ejército fuerte, un pueblo próspero, una sociedad armoniosa y una manera ordenada de vivir”.

De esta máxima de Sun Tzu pareciera ser que solo hemos aplicado la mitad. Atacar y acorralar al adversario político: el gobierno con acciones y la oposición con discursos.

En el siglo XXI, si queremos hacer política de altura y “cansar a los enemigos manteniéndolos ocupados y no dejándoles respirar”, solo tenemos que hacer políticas públicas y gestiones eficientes.

Difícilmente los ataques mellarán una gestión si esta es eficiente. Algunos pasan a ser los alcaldes y gobernadores más recordados por sus obras.

Nada de esto se construye si los alcaldes y gobernantes se les va el tiempo peleando contra un imperio o contra enemigos imaginarios, mientras su ejército se debilita y su pueblo deja de ser próspero.

Parecieran ser que nuestros gobernantes pasan años peleando para tomar el poder y luego cuatro años peleando para mantenerlo. Toca hacer las dos cosas, toca hacer gestión y política.

 “En la guerra es preferible preservar un país que destruirlo, preservar un ejército que destruirlo,  preservar un batallón que destruirlo. Por tanto, obtener cien victorias sobre cien combates no es lo mejor. Lo más deseable es someter al enemigo sin librar batalla con él”.

Durante años hemos estado en algo parecido a lo que Paulo Coelho llama “El combate estéril”, una batalla contra nadie, un monólogo agotado. Una guerra sin ejércitos.

Un gobierno que cree que puede desaparecer, someter y hasta pulverizar a la oposición y una oposición que cree que Maduro le entregará el poder sin  batallar. Ninguna de las dos propuestas se consolidará.

Como en el bolero “Ni contigo, ni sin ti”. Pretender gobernar excluyendo e invisibilizando a la oposición, es tan iluso como pretender tomar el poder y borrar todo rasgo de chavismo.

La política no es solo elecciones y batallas. La política, de “Polis”, es el arte de gobernar y hacer gestiones acertadas. No toda gestión se hace desde el gobierno. Los opositores deben hacer gestión política. 

Un gobernante, un legislador, debe proponer, construir y edificar. No se nos puede ir la vida en discursos y arengas, En marchas y debates.

En ocasiones me creo ganador y mantengo con mi ejército un territorio destruido. Cabe la pregunta ¿Qué hemos ganado?

“Quien conoce al enemigo y se conoce a sí mismo disputa cien combates sin peligro. Quien conoce al enemigo pero no se conoce   a sí mismo vence una vez y pierde otra. Quien no conoce al enemigo ni se conoce a sí mismo es derrotado en todas las ocasiones”.

Cuando una empresa va a lanzar un producto, hace un estudio de mercado, luego contrata expertos que le dicen cómo debe ser el producto y a quién va dirigido.

Cuando un político quiere ser alcalde simplemente se postula y se lanza. En ocasiones no conocemos contra quien nos enfrentamos.

Gobierno y oposición se han subestimado mutuamente durante años. En parte, esto se debe a que “no se conocen”.

Existen “generales” que pretenden conquistar un territorio, pero desconocen las características y necesidades de éste. 

Podremos ir a la batalla electoral, podremos ganar una elección, pero eso es solo una batalla, el triunfo será si al final de nuestra gestión, podamos caminar con la frente en alto y con el respeto y reconocimiento de los míos.

“Hay senderos que no deben ser recorridos, ejércitos que no deben ser atacados, fortificaciones que no deben ser sitiadas, terrenos que no deben ser disputados”.

Cuando éramos jóvenes y protestábamos, sabíamos que no podíamos derrotar a la policía y a la GN.

Era una guerra de desgaste, con el tiempo, la policía conocía todo sobre nuestros líderes y nosotros sabíamos todo sobre los policías más feos, malos o cabecillas.

Durante años hemos recorrido senderos equivocados y hemos atacado a ejércitos equivocados. La improvisación no puede seguir siendo el orden del día. Si somos políticos, seamos los mejores.

Un aspirante a un cargo debe tener un plan, un programa, un conjunto de ideas a plasmar, un equipo, una visión de país.

Ya basta de disputar cualquier terreno con tal de tener un terreno. Ser  alcalde, legislador o gobernante es parte de un proyecto.

“En la guerra la superioridad numérica no es el factor decisivo, por lo que no debes avanzar confiando únicamente en tu poderío militar. Basta con que concentres tus fuerzas, evalúes a tu adversario y te ganes a tus hombres”.

La oposición asegura que Maduro tiene 80% de rechazo y 20% de aprobación. La pregunta es ¿en qué se traduce eso?

Supongamos que eso sea cierto y se traduzca en números, en soldados, lo cual no es así.

Supongamos que un general tiene un ejército de 8 mil hombres; casi todos divididos, agrupados en varias corrientes, desmotivados, desorganizados y decepcionados.

Mientras que el otro general, solo tiene 2 mil hombres, pero, en su mayoría,  organizados, bien ubicados, adiestrados, con razones para defender “su causa” y bien apertrechados.

En una batalla con el escenario anterior, ya sabemos lo que puede pasar y como un ejército menor aniquila a uno mayor.

Ninguna organización política se puede confiar del “ejercito” que tenga. La organización y motivación siempre serán las claves que definen la efectividad de un ejército.

En política no todo soldado pelea y no todo descontento se traduce en voto.

Tres en uno

Un grueso número de descontentos y críticos opositores no vota y se les va el tiempo escribiendo en redes y criticando al gobierno.

Un grueso número de opositores sí vota pero  por diferentes opciones producto de sus divisiones.

Un grueso número de  seguidores del gobierno, organizados y registrados si votan y por una sola opción.

Allí está el detalle…

Orlando Medina Bencomo  / El Tubazo Digital

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