La política es una ciencia y como tal, no en vano, existe la carrera de Ciencias Políticas y los politólogos.
La Real Academia de la lengua española la define como la “Ciencia que trata del gobierno y la organización de las sociedades humanas, especialmente de los estados”.
Algunos aseguran ser políticos, y por ende, invierten su vida en defender una gestión o en atacarla. No hay mucha diferencia, la intensidad es la misma.
La ciencia de la política es de carácter “social”. Por ello se centra en el estudio de los aspectos teóricos y prácticos de la política.
A ver, intentemos ser lo más pedagógico posible: Un político, sea en gestión o en oposición, debería enfocarse en los sistemas políticos y de gobierno y en los comportamientos de las sociedades, a partir de la observación de la realidad.
Lo que vemos hoy en día deja mucho que decir, sin embargo, eso no le quita brillo a la política como ciencia. El problema es de los actores.
El debate estéril
Creo que el problema radica en confundir análisis con opinión y peor aún, ataque con crítica. Los problema de nuestros actores políticos, tanto de oposición y gobierno, son muy semejantes.
Y es precisamente que son blancos constante de las críticas y ataques inclementes. Cualquier lector pudiera asegurar que un político debe aguantar todo eso. Tiene toda la razón.
El problema es que la crítica y los ataques más fuertes, en ambos casos, vienen del mismo sector.
La oposición, dividida en tres o cuatro bloques se destroza entre ella. Mientras que el chavismo, muy cómodo con una oposición fraccionada y de poco accionar, pero con la espalda llena de sangre, literalmente, producto de las puñaladas traperas.
Contradicciones
Los principales problemas del gobierno y oposición, son muy semejantes. Las contradicciones entre discurso y acción resultan ser las más frecuentes.
Hay cientos de ejemplos, tomemos el de las Ferias de San Juan.
Dichas ferias se realizan en la segunda quincena de julio, actualmente las lleva a cabo el gobierno regional. En consecuencia, quienes respaldan al gobierno defienden las ferias y hasta las elecciones de reinas y reinitas.
Los que adversan al gobierno las critican, aseguran que este dinero debió invertirse en otra cosa. La orden es criticar todo, buscar videos, desear que llueva, rezar para que se vaya la luz.
La pregunta que me ronda la cabeza es: ¿Qué hubiese pasado si las ferias las organiza la alcaldía y recibe el aporte para estas?
No me cabe ninguna duda, los hoy detractores, estuvieran aplaudiendo “las mejores fiestas”. Mientras que los hoy defensores las criticarían.
Esto es contradicción, falta de criterio. Las ferias son las ferias, con sus concursos estereotipados, con reguetoneros misóginos y marihuaneros, con desfile y un montón de eventos frívolos, criollos, deportivos y pare usted de contar.
A muchos les gusta y asisten, están en su derecho. Otros ni se preocupan. Lo que si es chistoso es criticar por no poder estar. Criticar hoy lo que ayer aplaudí.
De Petro a Lula
Otras de las contradicciones, es en el contexto internacional: si soy de oposición, ciegamente ataco a todo lo que huela a izquierda. Si soy del gobierno defiendo a todo lo que huela a izquierda, aun siendo una izquierda que aclara no tener ninguna semejanza ni coincidencia con Venezuela.
Hoy los conceptos de izquierda y derecha son un cliché, un decir. Los ciudadanos miran más allá. Colombia es un claro ejemplo de eso. El economista Gustavo Petro se convirtió en el presidente más votado de la historia y en el primer presidente de izquierda en ese país.
Luego de su triunfo, tocaba evaluar, como es que un exguerrillero tomó el poder en esa colonia de Estados Unidos.
Colombia, el Israel de América, pasó a manos de un hombre de izquierda. Lo mismo pasará en Brasil con Lula. Luego tocará ver el retorno del correismo a Ecuador.
¿Esto significa que la izquierda es mejor? No, esto significa que los gobiernos de Duque y Bolsonaro fracasaron y son tan malos que regresaron los “impensables”.
Si me preguntan, si este gobierno es de izquierda, no tengo que pensarlo mucho, la respuesta es NO.
¿Es socialista el gobierno Argentino? No. Ese debate quedó en el pasado. Cada quien implementa un modelo de gestión mixto, ecléctico.
¿Es bueno un socialista y es malo un capitalista? Por Dios esa sería la pregunta más estúpida. Conozco adecos, socialdemócratas y hasta comerciantes que parecen socialistas: comparten, ayudan, son honestos y se preocupan por sus familias. A pesar de tener dinero no se comportan como inhumanos.
Así mismo, hay socialistas machistas, misóginos, militaristas, pequeñoburgues y con gustos exquisitos.
¿Por qué pasa esto?, sencillamente porque la política y la ideología, son conceptos y posturas mentales. Es como el amor o el gusto por la lectura.
Un rico puede ser comunista y no por eso tiene que distribuir lo que bien se ha ganado, simplemente comparte una ideología como comparte su afición por Magallanes o el Barcelona.
Esa mariquera de criticar al socialista o chavista por la manera de vestir, es una muestra de primitivismo político. Es como pensar que por ser antiimperialista no debo consumir nada del imperio ni viajar a este, mayor ignorancia, pues una cosa es el país y otra el imperialismo que este pueda practicar.
Eso pasa por una sencilla razón, por ignorancia, pues nuestros aprendices de política creen que antiimperialismo es sinónimo de izquierda. México tiene una tradición de país antiimperialista y para no ir muy lejos, los adecos aun se definen como antiimperialistas.
La real política
Tendrá que llegar el momento en que cada quien se pueda expresar con libertad sin que salgan en cayapa, contra él.
La real política existe y se practica, entre seres que piensan diferentes y pueden compartir una mesa y un café. Ninguno tiene por que convencer al otro.
Orlando Medina Bencomo / El Tubazo Digital