El primer supuesto es que la votación ocurrirá en la fecha convocada: 20 de mayo. En adición, consideramos que no se producirán nuevas negociaciones que mejoren las condiciones de este evento, con lo cual se mantiene su condición de opacidad, sesgo y ausencia de competitividad. (Ojalá me equivoque).
Sin cambios en las condiciones electorales, la comunidad internacional, que ya ha manifestado su posición negativa sobre él, no reconocerá esos resultados como legítimos, con lo que ocurre un fenómeno inédito. Un presidente legítimo de origen podría pasar a ser ilegitimo de origen para la mayoría del mundo, al pasar por una votación y eso generará dilemas relevantes, especialmente para esa comunidad internacional y para la oposición institucional que desconoce la votación y tendrá el reto de desconocer también al presidente que resulte de ella y actuar en consecuencia. Aquí entran dos supuestos derivados del resultado de esa votación, que sí es una incertidumbre. El primero es que, si Maduro gana, habrá discursos y profundización de sanciones contra la selección y el presidente, pero no se producirá la aparentemente lógica ruptura diplomática entre quienes no reconocen la votación y ese gobierno que detentará y ejercerá el poder, legítimo o no. Los embajadores permanecerán y el presidente resultante también. Mientras tanto, la oposición se fracturará frente al reconocimiento, explícito o implícito, de ese gobierno a futuro.
Pero si se produce el triunfo electoral de un opositor contra Maduro (un escenario que sólo puede ocurrir con participación medianamente alta y la implosión chavista, actuando juntas), éste estará sujeto a la “ley de la ventaja”. Es la ley que indica en fútbol que una vez cantada la falta, si el jugador afectado continúa con el balón, dispara al arco y convierte gol, ese gol vale. Y si no lo convierte, la falta sigue viva y se exige la reparación correspondiente. La falta se pita para proteger al afectado, pero si éste se las arregla para ganar sin tiro libre, el resultado será asimétrico: si Maduro gana sería ilegítimo para quienes lo han denunciado, pero si la oposición gana y puede cobrar, terminará reconocida y legitimada internacionalmente.
No hay espacios tampoco para muchas negociaciones integradoras hacia el interior de la oposición. Los grupos institucionales que no presentaron candidato y han llamado al boicot electoral, mantendrán su posición y atacarán a Falcón tan duro como a Maduro. Pero es posible que se produzcan algunas sorpresas como el llamado al voto por parte de algunos líderes nacionales influyentes y de algunas personas notables del país, saliéndose de las líneas de sus partidos e instituciones y fortaleciendo la posición de los pro voto, entendiendo al proceso no como una elección sino como un evento de movilización de masas que puede poner en peligro la estabilidad del gobierno a nivel de la población o, más importante aún, hacia el interior de sus propios grupos chavistas, civiles o militares, quienes podrían usar la defensa del resultado como una excusa para huir hacia delante y protegerse de las sanciones personales a futuro.
Con este marco de supuestos, sobre los que nos podemos equivocar, pero son nuestros, la próxima semana desarrollaremos los escenarios electorales del país y sus consecuencias.
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