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Meliana Ramírez / Al final del túnel siempre hay una luz

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San Juan de los Morros.- Un día común de hambre, mucho peor que no tener nada que comer, intemperies mucho más crueles que carecer de un techo bajo el cual cobijarse, pobrezas más asfixiantes que la vida en una casa sin puertas, sin baldosas ni lámparas.

Justo ahí en ese día, entrando en una habitación pequeña, llena de recuerdos y con un sueño latente, estaba un joven queriendo hacer algo extraordinario pero no para él, sino para esas almas maltratadas, sin amor, soñolientas y afligidas, por no tener qué comer, sin duda alguna era ese deseo de ayudar a los más necesitados desde lo más profundo de su corazón, ese joven es Jesús Manuel Rondón, de estatura mediana, piel color pardo, ojos iluminados color café y cabello azabache.

Jesús Manuel Rondón

Jesús Manuel pertenece a la Fundación “Creo en ti”, ubicada en San Juan de los Morros y se trasladan a cualquier lugar donde son necesitados para brindar alegría, protección y alimentos a aquellas personas que así lo requieran.

Todo comenzó con su vida de misionero, yendo a distintos lugares y evidenciando cada partícula de pobreza que podía contener su alrededor; esta vez se topó con una joven con la piel sin brillo,  el pelo color de ratón y con una mirada entristecida, cuidada por una valiente señora inmóvil de sus piernas pero dispuesta a darlo todo por su gran amor: su hija.

Eso no es todo, vivían en una situación un poco aterrante, sin cuidados y desprovista de alimentos, pero lo bueno de todo esto es que llegó una pequeña luz, ¡sí!, era Jesús Manuel en compañía de otros jóvenes llenos de fuerza y amor, atendieron a estas dos mujeres mientras permanecían allí, brindándoles compañía, alimento y una sonrisa  en medio de tanta oscuridad.

En ese mismo instante la joven murió, se dieron cuenta que realmente lo que necesitaba y clamaba era un cuidado para poder morir tranquila, a menudo el sepulcro encierra sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd.

Esa fue la experiencia que motivó a este joven a querer hacer algo extraordinario, contaba con una trayectoria de iglesia de aproximadamente 10 ó 12 años, trabajando en la pastoral juvenil, por lo enfermos, haciendo rosarios y actividades motivadoras para todo tipo de personas en situación de calle, pero con una compañía para él fundamental, su motor, su gasolina, lo indispensable en todo su ser, Dios.

Actualmente su sentimiento es de felicidad, el saber que da un granito de arena en la inmensidad del mar, pero que sin ese granito la playa o el mar no estarían completos.

Las personas necesitadas que ha acogido la fundación se han convertido en familias para Jesús Manuel, ocupan gran parte de su tiempo y de sus pensamientos, sus proyectos giran en torno a ellos, sin embargo lo más importante de todo, es que él demuestra que la felicidad se alcanza cuando, lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace, están en armonía y ¡sí! la satisfacción completa será totalmente nuestra, si dejamos que nuestro corazón nos guíe.

El Tubazo Digital – Meliana Ramírez – ECS Unerg

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