“Somos los únicos animales en este planeta que estamos teniendo relaciones sexuales no para reproducirnos sino sólo por placer”, dice el profesor de endocrinología y sexología médica de la Universidad de Roma Tor Vergata.
Eso significa que los científicos que estudian las relaciones sexuales -señala Jannini- deberían estar mucho más interesados en la medición del placer provocado por el sexo.
“Es sorprendente que tanto la ciencia como la medicina no hayan mostrado más interés en este aspecto”, le dice a BBC Mundo el también expresidente de la Sociedad Italiana de Andrología y Medicina Sexual.
Por eso, junto a un grupo de investigadores de varias universidades italianas, Jannini se embarcó en un novedoso estudio científico que tuvo como objetivo principal la medición del orgasmo femenino.
Y sus hallazgos fueron publicados el pasado 29 de agosto bajo el título “Validación de una escala visual análoga para medir la percepción subjetiva de la intensidad orgásmica en las mujeres: el orgasmómetro-F”, en la revista científica PLOS ONE.
“Esta es la primera vez que se mide el orgasmo femenino a través de una herramienta psicométrica validada”, le explica Jannini a BBC Mundo.
“Nuestro objetivo fue proporcionar el primer y único instrumento, del que tengamos conocimiento, para medir la intensidad, la cantidad de placer femenino, durante el coito, la masturbación y otros actos sexuales”, resume el profesor.
No es una máquina
“Bromeamos sobre el orgasmatrón”, indica. “Esa era una máquina usada por Woody Allen en su película ‘El dormilón’ y también aparece en ‘Barbarella’, protagonizada por Jane Fonda, en los sesenta. Usamos un término que, en cierta forma, se parece al de una máquina de fantasía para conseguir un orgasmo”.
Y la idea detrás de la palabra orgasmómetro era no sólo que fuera fácil de recordar sino que fuese fácil de entender. “Orgasmómetro significa medidor de orgasmos y resulta más eficiente que una máquina”.
Y es que, el profesor aclara, “una máquina para medir el orgasmo no existe, de la misma manera que una máquina para medir el dolor no puede existir”.
Ambas son sensaciones subjetivas, personales. Por eso, una escala que tú mismo valoras es la mejor opción para medirlos.
Y por eso los investigadores italianos utilizaron el mismo instrumento que se usa para medir el dolor en la práctica clínica, el cual es una escala análoga visual.
“Todos los fármacos para suprimir el dolor que se venden en todo el mundo han sido validados a través de esa escala análoga visual”, le recuerda Jannini a BBC Mundo.
Pero además, “el placer y el dolor son las dos caras de la misma moneda. Ambos son de naturaleza subjetiva y no pueden ser medidos por biomarcadores, sino a través de una evaluación subjetiva, personal”, explica el investigador italiano.
“Usamos la misma escala con la que se mide el dolor porque el placer (…) no sólo también es subjetivo sino porque estimula partes parecidas (y cercanas) del cerebro con mecanismos similares, tan parecidos que algunas veces el cerebro de algunas personas les cuesta distinguir, decidir, si una determinada sensación fue dolorosa o placentera”, detalla Jannini.
Por ejemplo, cuando comes picante, “estás entre algo que puede ser doloroso y placentero”, explica.
Y un ejemplo relacionado con la sexualidad es el que tiene que ver con el clítoris, que es el principal órgano del placer femenino: “Si la estimulación del clítoris no es correcta, el placer es fácilmente transformado en dolor”.
“En una violación, la estimulación puede ser la misma de una relación sexual, pero no hay placer, hay dolor: el cerebro ha decidido correctamente que una violación no es placentera, es algo dramáticamente malo, terrible. El cerebro no registra esas sensaciones como placenteras, sino que decide que son dolorosas”, apunta también el profesor.
Con la ayuda de la memoria
Tras tener una experiencia sexual (coito, masturbación, sexo oral, u otra), las mujeres entraban a un sitio web, creado por el equipo de investigadores, y respondían una serie de preguntas validadas por la práctica clínica.
“Es un sitio web inteligente que se adapta a las respuestas y los hábitos de quien responde”, apunta Jannini. Por ejemplo, si la participante es bisexual, se le preguntará sobre su experiencia con una pareja mujer y con una pareja hombre.
Y una de las secciones de ese cuestionario tenía que ver con el orgasmómetro, el cual las hacía otorgarle un valor numérico a la sensación que tuvieron.
El orgasmómetro les daba las opciones de 0 hasta 10 para medir su experiencia orgásmica, siendo 0 una ausencia total de orgasmo. Y las mujeres podían reportar sus experiencias de forma inmediata o después de semanas y meses de tener la experiencia sexual.
Jannini le asegura a BBC Mundo que no había necesidad de hacerlo inmediatamente.
“Es exactamente como el dolor. Te puedo preguntar: ¿cuán intenso fue el dolor que sentiste la última vez que fuiste al dentista? Y me responderás sobre cuánto dolor sentiste en esa sensación con el dentista”, explica.
“Y algo que también es muy importante, me puedes decir cuál dentista te causó una experiencia más dolorosa usando la escala. Si fuiste a dos dentistas diferentes, me puedes decir: el dentista A fue mejor que el dentista B porque este último fue mucho más doloroso”.
Además, en el caso del orgasmómetro, A y B pueden no simplemente ser parejas diferentes, sino la forma cómo se alcanzó o no el orgasmo: masturbación, coito, sexo oral, etc.
De esa forma, el estudio pudo establecer una correlación entre los actos sexuales y las parejas.
¿Asunto de dos?
“Los franceses tienen una frase famosa que dice que las mujeres frígidas no existen, hombres incapaces sí existen”, relata.
Pero, para el experto, esas son ideas machistas que han trascendido en el tiempo y que plantean el cuerpo femenino como un piano o un instrumento silente que se escucha muy bien cuando el pianista o el músico es muy bueno.
“Es una perspectiva muy machista porque toda la responsabilidad del éxito de la experiencia sexual, el placer sexual, está enfocada en las manos, en el pene, en la lengua, del hombre”, señala el científico.
Mientras que, según Janinni, su estudio demuestra que la responsabilidad del placer femenino depende al menos 50% de ellas.
“Me opongo rotundamente a la idea de que las mujeres son simples instrumentos en las manos de los hombres. Va en contra de mi idea de la paridad en la cama: tenemos los mismos derechos y tenemos los mismos deberes, en cierta forma, a la hora satisfacer el objetivo de las relaciones sexuales, que es el placer”, le dice a BBC Mundo.
Pero a diferencia de la eyaculación prematura que experimentan muchos hombres, las mujeres necesitan tiempo y libertad porque “el éxito del coito, de la masturbación (u otra actividad sexual) está relacionada con la capacidad de la mujer para dejarse llevar por el placer”, asegura el investigador.
Las ventajas de la experiencia
“No podemos decir que el orgasmo depende totalmente de la edad porque, en el caso de las mujeres que entran en la menopausia hay otros factores que afectan la habilidad de experimentar placer”, dice Jannini,
“Pero a medida que una mujer comienza a experimentar su sexualidad y a darse cuenta de cómo llega al orgasmo, ya sea por masturbación, por coito u otra forma, la curva llega a un pico entre los 30 y 35 años”, destaca.
Y, según el investigador, para llegar ahí, la masturbación “es una escuela maravillosa, muy eficiente para entender no sólo la complejidad sino la viabilidad (del orgasmo)”.
“Nuestros experimentos han demostrado que hay una gran viabilidad en la experiencia sexual femenina. En el caso de los hombres, sus experiencias orgásmicas son más similares entre sí y eso es diferente en el caso de las mujeres”, destaca además el profesor italiano.
El orgasmo en las mujeres, explica, puede llegar a ser mucho más viable que en la experiencia masculina.
“El cuerpo de la mujer y su sexualidad no siempre son los mismos a lo largo del tiempo, puede cambiar, y varia de mujer a mujer”, señala el experto.
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