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PORTILLAZOS / No son equiparables

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PortillazosEl Gobierno de Estados Unidos, presidido por el lunático Donald Trump, propuso un marco de “transición democrática en Venezuela”, medida que a todas luces es interpretada como un instrumento de chantaje para, aparentemente, levantar las sanciones  o agresiones contra nuestro país.

La propuesta injerencista, presentada por el secretario de Estado, Mike Pompeo, y el representante especial de Estados Unidos para Venezuela, Elliott Abrams, contempla que el diputado opositor Juan Guaidog y el presidente Nicolás Maduro se hagan a un lado para permitir la conformación de un Consejo de Estado que designe un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) y convoque a elecciones y que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) sea reemplazado.

Introducción. Los Estados Unidos parte de algo absolutamente inadmisible o un tronco de absurdo: que tanto Maduro como Guaidog son comparables en dimensión política y respaldo. Esto resulta objetivamente disparatado.

Guaidog. Su dimensión política está años luz a la de Maduro, tanto en atributos personales para el ejercicio de la actividad pública, como en el poder real que ejerce. Como peón o marioneta de Trump ha demostrado escasa cualidad natural de liderazgo y hasta una limitada habilidad para expresarse.

El autoproclamado se ha quemado políticamente muy aceleradamente, se convirtió en el jefe de una banda que no ha hecho otra cosa que enriquecerse personal y grupalmente con los fondos, riquezas, activos y recursos confiscados a Venezuela por países como EE..UU, Colombia y otros de los que apoyan lo que es la comiquita o ficción del gobierno interino. Sus relaciones con grupos violentos (Los Rastrojos y otros) y el muy vergonzoso intento de golpe de Estado del 30 de abril de 2019, lo han descalificado en sumo grado.

Maduro. Cuenta con sobrada experiencia y habilidad política. Su don para la comunicación ha ido mejorando cada día, es indiscutible los colosales retos y provocaciones que ha tenido que enfrentar desde que asumió el poder en 2013.

Lo descrito no es ignorado por EE.UU. y menos por la oposición nuestra, que toda su vida ha menospreciado a su adversario o enemigo político, incluso, ha sido un rasgo reiterado desde Hugo Chávez y con más énfasis con Maduro.

En el plano del poder real, Maduro controla el Poder Ejecutivo, 19 gobernaciones, una sobrada mayoría de alcaldías y cuenta con el respaldo de los poderes Judicial, Ciudadano, Electoral y, desde enero de este año, ha neutralizado a una parte del Poder Legislativo, producto de la división interna de la oposición. Tiene el apoyo del Poder Popular y pleno apoyo de la Asamblea Nacional Constituyente, de una robusta organización partidista y de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

Guaidog tiene a su favor una parte del Poder Legislativo, cuatro gobernaciones (que no son de su partido sino de Acción Democrática) y tiene el aval del cruel y salvaje imperio gringo, así como países de la Unión Europea y latinoamericanos del Grupo de Lima. Todos esos respaldos internacionales tienen en común que afrontan momentos muy difíciles por la pandemia de Covid-19, que podrían desembocar en crisis políticas muy peligrosas para esos gobiernos.

Conclusión. El actual es un momento de muchísima diferencia entre Maduro y Guaidog, lo que hace más alocada la pretensión del chiflado Trump de equiparlos en un absurdo acuerdo para “hacerse a un lado”, como si en un juego de la teoría política de suma-cero, fuesen piezas de la misma cuantía.

Politólogo Alex Vásquez Portilla

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