El toque y la combinación de la selección oriental se ponía a prueba ante el despliegue físico y la fortaleza de una Senegal repleta de confianza. Bajo el liderazgo de Mané, la imponente planta de Niang y la potencia de Sarr, los ‘Leones de Teranga’ asestaron dos duros golpes a un rival con una voluntad de hierro.
Primero fue el extremo del Liverpool, que aprovechó un error de Kawashima, con un gol de rebote a los once minutos de juego. Poco más de veinte minutos tardó en responder Inui con un remate sutil, elegante y directo al corazón de los africanos.
El partido estaba para que Japón firmase la remontada. Inui se encontró con el larguero en una jugada sublime y Senegal temblaba con las transiciones niponas. En esas llegó el segundo de los africanos, en un remate franco que se encontró Wague en el segundo palo.
Esta vez, Japón necesitó siete minutos para empatar por medio de Honda, que aceptó de buen grado el regalo del meta senegalés. Un obsequio que mantiene la incertidumbre en el grupo más abierto de todo el Mundial.
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Jaime Rincón