El proceso estuvo liderado desde la clandestinidad por la Junta Patriótica, integrada por Fabricio Ojeda (URD); Silvestre Ortiz Bucarán (AD), Enrique Aristeguieta G. (Copei), y Guillermo García Ponce (PCV) y, por otra parte, la Fuerza Armada, que “se dio cuenta de que el Presidente había violado la Constitución”, al convocar un plebiscito en lugar de las elecciones que correspondían a finales de 1957, recuerda a ÚN el abogado Aristeguieta, único sobreviviente de la Junta Patriótica.
Otros eventos que “abrieron la perspectiva de que el gobierno de Pérez Jiménez estaba fracturado y que no era el gobierno de la Fuerza Armada”, fueron la huelga universitaria del 21 de noviembre de 1957 y el alzamiento militar del 1° de enero de 1958, rememora a ÚN el constituyente Fernando Soto Rojas.
El ex líder guerrillero Douglas Bravo señaló que el año 1957 fue “significativo”. En su opinión, “el comienzo” del proceso fue la publicación, en mayo de ese año, de una pastoral en el diario La Religión, que dirigía monseñor Jesús María Pellín. “Es la primera vez que aparece el clero en una lucha de esa naturaleza defendiendo a los trabajadores”, dijo a ÚN.
La presidenta de Acción Democrática, Isabel Carmona, activista estudiantil para la época, afirmó a ÚN que el 23 de Enero fue el desenlace de 10 años de resistencia “sin tregua”, y aseguró que “la batalla tuvo pueblo; hay quienes dicen confundidos que la dictadura la tumbaron los militares… el 1° de enero, cuando se alzó Hugo Trejo y el 23 de Enero creen que son la lucha y la razón del derrocamiento y no, fueron 10 años”.
Aristeguieta señaló que hubo una sincronización entre los civiles y los militares. “El 23 de enero fue un golpe democrático para hacer respetar la Constitución… no para violarla. Fue un gran evento histórico… Fue un movimiento sincronizado cívico-militar; nunca antes había habido uno en Venezuela”, manifestó.
Conclusiones
Soto Rojas afirmó que tras la huida de Pérez Jiménez hubo “un río humano de banderas tricolor, vehículos, actos públicos, mítines, encuentros y reencuentros con presos políticos auténticos, que venían de las cárceles y del exilio”; sin embargo, “nada cambió en lo fundamental… siguió lo mismo, porque el capitalismo venezolano dependiente y subdesarrollado tiene dos formas de gobernar: la dictadura militar y el régimen liberal-burgués representativo”.
Atribuyó el hecho a la falta de “una línea programática clara y una estrategia de poder popular”, lo que permitió a la “oligarquía y el imperialismo, que ya venían trabajando para llenar el vacío de poder, concretar el Pacto de Punto Fijo en octubre de 1958”.
Bravo coincide en que el movimiento “permitió recuperar una democracia negativa… (Rómulo) Betancourt militariza el país y se crean los primeros T.O. (Teatros de Operaciones)… vino la dictadura de Betancourt y después manda (Raúl) Leoni, cuyo gobierno dejó casi 3 millones de asesinados sin contar con los torturados”.
No obstante, para Carmona y Aristeguieta el derrocamiento de la dictadura permitió al país contar con una democracia estable.
“No puede ser un esfuerzo perdido porque dejó sembrada la vocación democrática en el pueblo… El 23 de enero todos los partidos se unieron, y esa unidad perduró en el Pacto de Punto Fijo, que fue una herramienta unitaria que permitió garantizar 40 años de democracia”, afirmó Carmona.
Aristeguieta indicó que luego de la caída de Pérez Jiménez “vinieron 40 años de vida democrática, en los que se transformó el país con todos los errores que se pudieran cometer… El 23 de enero sirvió para darle estabilidad política, darle paso a una democracia estable… que funcionó muy cerca de cómo debe funcionar; lamentablemente se desgastó y vino Hugo Chávez, que cautivó a la nación porque la democracia venezolana se desgastó”.
Bravo calificó como un error “desastrosamente negativo” la disolución de la Junta Patriótica. Considera que de haberse mantenido gobernando “la historia del país sería otra”.
Fuente
Mariela Acuña Orta