El camino de China “hacia una sociedad ideal sin opresión ni explotación, donde cada persona disfrutaría de igualdad y libertad”, se logra combinando los principios fundamentales del marxismo con la realidad de China”, dijo el presidente Xi Jinping, el 4 de mayo del presente. El audaz anuncio, motivado por el 200vo aniversario del científico universal alemán, estremeció a neoliberales y pro capitalistas urbi et orbi (globales), incluyendo a sus adeptos chinos, incrustados fuertemente en la superestructura académica y política del país.
De inmediato, la brillante dialéctica de Xi convirtió la conmemoración espiritual del Bicentenario de Marx en una campaña práctica global en pro de su pensamiento: completa con la creación de un nuevo Instituto de Investigación del Marxismo en una de las universidades más prestigiadas del mundo, la Universidad de Beijing; con un decálogo de (nueve) instructivos sobre “Cómo aprender de Marx”; con la sugerencia de constituir una organización académica civil de investigadores del Marxismo a nivel global, “basada en la cooperación abierta, voluntaria, no-utilitarista” y, el Segundo Congreso Mundial sobre Marxismo, intitulado “Marxismo y el Destino compartido de la Comunidad Humana” (5-6 de mayo, 2018).
Xi, el flamante Mao Zedong de la potencia más poderosa de la tierra –y, junto con Vladimir Putin, el estadista y estratega más talentoso de la sociedad global– justificó su iniciativa estratégica global con calidad científica de Marx/Engels y su sistema de valores humanistas y democráticos. “El marxismo, por primera vez, exploró el camino hacia la libertad y la liberación de la humanidad desde la posición del pueblo, y señaló la dirección, con teoría científica”. Por lo tanto, concluyó, “es perfectamente correcta para la historia y el pueblo optar por el marxismo, así como para el PCCh lo es inscribir el marxismo en su propia bandera, para adherirse al principio de combinar los principios fundamentales del marxismo con la realidad de China y adaptar el marxismo continuamente al contenido chino y los tiempos” (4.5.2018).
2. Ideología burguesa for sale (al remate)
Al poner Xi en la agenda del debate mundial el proyecto de una nueva civilización post-capitalista, estremeció el control mundial de las mentes. El global soft power, el “poder suave global”, que parecía sólidamente eternizado en los mega-relatos de los ideólogos burgueses, resintió la Declaración de Beijing. El Fin de la Historia de Fukuyama”, refrito superficial de la Filosofía de la Historia de Hegel; el Choque de Civilizaciones de Huntington, vulgar protagonismo neocolonial occidental de un apologeta del genocidio estadounidense en Vietnam, quedan obsoletos. El dominio burgués de las mentes retorna, obligada por la dialéctica de la realidad, a las dos grandes narrativas manipuladoras seculares de la modernidad: el neoliberalismo y el socialdemocratísmo; reforzándolas para las mentes infantiles, por supuesto, con el oscurantismo religioso pre-moderno de los monoteísmos. Con la caída de la URSS, el monopolio del global soft power de la burguesía y del capitalismo parecía garantizado ad calendas graecas (para siempre). Y las deterministas premoniciones de la “dialéctica negativa” de Adorno y del “hombre unidimensional” de Marcuse parecían confirmarse. Todo esto, ya es pasado. Ahora, la primera potencia del mundo, conducida por el Partido Comunista de China, reintroduce el paradigma de una futura civilización no-crematística, racional y ética: la obra de Marx, evolucionada para el Siglo 21.
3. Soft power y la Guerra de Clases
Ganar la batalla de las grandes narrativas civilizatorias, del software dominante global, no significa, obviamente, ganarle la guerra de clases al capitalismo. Tener la mejor teoría es una condición necesaria para ganar, pero no es suficiente. Por la sencilla razón, de que toda guerra se basa en una unión dialéctica entre el poder psicológico y el físico: el software y el hardware. Cualquier otro razonamiento sobre “el arte de la guerra” es simplista, vulgar-positivista. Verbo y espada, en preceptos bíblicos; Jesús y la hoguera, en cuanto al know how del poder de la Iglesia Católica; Marx y cohetes nucleares, en términos de la realpolitik y geopolítica del Siglo 21.
4. Soft power y las Tres Vanguardias
El mismo Imperio y la Casa Blanca no se cansan de predicar ese axioma de la jungla socialdarwinista, que rige la sociedad global capitalista. El 15 de junio, al imponer tarifas punitivas por un valor de 50 mil millones de dólares a China, el bunker imperial llamado White House confirmó, que la supuesta guerra comercial (trade war) con China no tiene nada que ver con el comercio, sino con la supremacía mundial. El blanco principal de las penalizaciones proteccionistas es el programa Made in China 2025, “un plan estratégico para dominar las tecnologías de punta emergentes que permitirán el futuro crecimiento económico de China, pero lesionan el crecimiento económico de Estados Unidos” — “a strategic plan to dominate the emerging high-technology industries that will drive future economic growth for China, but hurt economic growth for the United States…”
Thanks Donald. Con tu ayuda, podemos completar ahora la ecuación de sobrevivencia, soberanía y autonomía estratégica para China. Y, por supuesto, para el Socialismo del Siglo 21. Para que se cumplan las condiciones de necesariedad y suficiencia del caso, se requieren tres variables: Xi Jinping, Karl Marx y sofisticados cohetes nucleares. En dicción del chino mandarín diríamos, se necesitan las tres vanguardias: 1. La vanguardia de gobernanza (Xi); 2. La vanguardia de la teoría (Marx) y, 3. La vanguardia del poder físico.
5. América Latina ante las Tres Vanguardias
Comparado con China, a la ecuación rusa (Putin) le falta la segunda variable. Tiene excelente gobernanza nacional y mundial y el mejor armamento bélico del mundo. Sin embargo, no cuenta con una narrativa capaz de conquistar el soft power global. Por eso, la solución histórica a la sociedad de clases radica en China, no en Rusia. Mucho peor, sin embargo, es la situación de América Latina, porque carece de los tres vectores de poder: 1. no tiene vanguardia de izquierda, de hecho, no tiene Izquierda que merezca el nombre; 2. no tiene la teoría de Marx/Engels; 3. no tiene armas estratégicas. La ausencia de una Izquierda significa, que no hay sensores ni receptores para procesar la gran contribución de Xi al soft power global, vía la obra y praxis de Marx y Engels. Huérfanos, una vez más, entregados a las elucubraciones de liberales descriptivos (Wallerstein, Boaventura de Sousa Santos), socialdemócratas, curas y filósofos. Superar esa orfandad será difícil. Explicar su presencia es fácil.
6. Lobotomía hemisférica
Cuando me preguntaron en la Universidad de Beijing, qué impacto tendría la iniciativa global de Xi en América Latina, contesté que, en principio, ninguno, porque no había receptores para el mensaje (nuevo software). Cuando pidieron una explicación, les dije, que Washington y las oligarquías habían realizado una lobotomía subcontinental a partir de los años cincuenta (Guerra Fría) a las fuerzas transformadoras de América Latina, que hasta el día de hoy tiene paralizado el espíritu de transición de la Patria Grande. Que sólo queda un cuerpo agonizante, un torso, sin cabeza. Esto explica la sofocante mediocridad y el oportunismo imperante en las ciencias sociales de las universidades latinoamericanas, así como la inexistencia de una Izquierda en los partidos y movimientos sociales del hemisferio. Que no se trataba de un evento histórico aleatorio, sino que era el resultado deliberado de una campaña de represión física y extinción del pensamiento crítico, después de la Segunda Guerra Mundial.
7. Lobotomía hemisférica burguesa
La lobotomía hemisférica burguesa de la Guerra Fría transcurrió en tres etapas. Primero, mediante el terrorismo de Estado se exterminó físicamente a la inteligencia crítica y los intelectuales orgánicos sociales del subcontinente: los mejores científicos comprometidos, líderes sindicales, estudiantiles, campesinos y sacerdotes, fueron víctimas de esta matanza clasista. Después se llenaron las plazas vacantes académicas con jóvenes greenhorns, brainwashed en las instituciones imperiales, quienes llenaron las cabezas estudiantiles con imposturas neoliberales y postmodernistas. Ese nuevo estrato académico le dio esencialmente una moratoria de 40 años de inamovilismo crítico a la clase dominante. La combinación del exterminio físico terrorista con la posterior “reprogramación intelectual” –quizás sólo comparable en su dimensión al terror de Estado empleado contra la población indígena en la conquista– ha dejado a América Latina esencialmente como un desierto intelectual, en cuyas “ciencias sociales” se recicla la chatarra ideológica del Primer Mundo.
8. Ex oriente lux
Ex oriente lux – del Este viene la luz, decían los romanos. Pero, con la desastrosa situación de la Patria Grande y sus líderes descerebrados, será difícil que la luz de Xi y Marx logre iluminar a Nuestra América.