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Werner Gutiérrez Ferrer / Impulsando la agricultura, venceremos el hambre y la pobreza

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El menosprecio a las alarmas encendidas desde la academia y gremios agrícolas durante el gobierno de Hugo Chávez Frías, sobre las consecuencias negativas que su política económica – agrícola ocasionaría en la producción y accesibilidad de alimentos en Venezuela, dejó en evidencia que embriagado por el espejismo del boom petrolero, su desacertada decisión era “no sembrar el petróleo, sino el chavismo”. Traicionando los intereses nacionales, la riqueza recibida fue utilizada para darle soporte al proyecto político del “Socialismo del siglo XXI”, y no para generar bienestar a la población.

En el momento de mayores ingresos petroleros el Chavismo – Madurismo, entre el 2004 y 2014, fue capaz de dilapidar sobre los 816 mil millones de dólares generados por exportaciones de este mineral y endeudamiento externo. Para dibujar la magnitud del dinero despilfarrado tomemos en cuenta que según diversos especialistas, el plan de recuperación de la economía venezolana post Nicolás Maduro, requerirá en su fase inicial cerca de los 80 mil millones de dólares, es decir, el 10 % de esa obscena cifra, la cual en su mayor parte sirvió para enriquecer a un reducido grupo de venezolanos y a sus socios de la izquierda internacional.

El plan del gobierno ha sido el controlar el proceso de producción, generando intencionalmente la inaccesibilidad a los alimentos y el empobrecimiento de la población. Su objetivo ha sido cumplido, el 86% de las personas que pasaron hambre en la región son venezolanas (FAO, 2018). En 1998, el 45 % de nuestros hogares se encontraban en situación de pobreza de ingresos, pasando esta cifra en 2018 a 94.0 % de familias bajo esta precaria situación (ENCOVI).

La destrucción del aparato agroproductor nacional, reflejada en una caída sobre el 65 % en la producción de la totalidad de los rubros desde el 2008 al 2018, fue parte del plan de Chávez – Maduro, como paso previo para crear la dependencia y sumisión del venezolano.

Literalmente el pueblo ha sido obligado a refugiarse en la limosna de un estado manipulador. Al cierre del 2018 el 63 % de la población, declara ser receptora de alguna de las misiones sociales del gobierno.

El corregir este escenario, nos exige hacer las cosas de una manera diferente. Es indispensable generar cambios profundos en la concepción del modelo económico  – agrícola, alejándonos de la omnipresencia y proteccionismo estatal, dirigiendo los esfuerzos a construir un sector agroproductor privado robusto, eficiente y competitivo.

Estamos en el momento histórico justo para darle un giro a nuestra suerte, debemos ser capaces de crear nuevas fuentes sostenibles de ingresos. El petróleo esta conminado a dejar de ser “la sangre de la economía nacional”, considerando que “tan pronto como en el 2030 sólo será una de las cinco fuentes principales alternativas de energía en el mundo”.

He repetido de manera insistente, la urgente necesidad de cambiarle el subconsciente agrícola al venezolano. La verdadera riqueza de nuestra nación está en sus campos, en el valor y compromiso de su gente.

La historia demuestra que somos una nación en esencia de vocación agrícola. Sobreponiéndose a las últimas dos décadas, aun la agricultura es base fundamental en 17 de nuestros 24 estados. No existe otra actividad económica capaz de generar mayores fuentes de empleo y bienestar en la ruralidad venezolana, como la producción y transformación de alimentos.

Adicionalmente, al recuperar la agricultura nacional, estaríamos dando solución a uno de los problemas más importantes en nuestros hogares, la inseguridad alimentaria.      

Nuestra frontera agrícola con el uso de las nuevas herramientas tecnológicas disponibles, puede ser ampliada a 50 millones de hectáreas, ubicándonos entre los 15 primeros países del mundo con suelos disponibles, no utilizados actualmente, con potencial agrícola vegetal, animal, forestal y acuícola, pero además disponemos de 700 mil km2 de zona estratégica para el desarrollo pesquero y acuícola.

Estamos conscientes que para atender la emergencia agroalimentaria es urgente habilitar de inmediato el canal humanitario para ingresar alimentos elaborados, pero esta medida es de limitado y transitorio alcance. 

Paralelamente es necesario el destinar cerca de 1.5 millardos de dólares para atender las demandas de agroinsumos, repuestos y maquinaria agrícola que permita abordar con éxito el año agrícola venezolano 2019.

El Banco Interamericano de Desarrollo y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura han manifestado públicamente su disposición de acompañarnos en este reto que estamos a las puertas de asumir bajo un nuevo modelo político.

En los próximos días, continuaremos recibiendo el ofrecimiento de diversos organismos multilaterales y de países con amplia tradición agrícola, cuya historia les ha enseñado que el impulsar la agricultura, es la mejor vía para vencer el hambre y la pobreza.

Ing. Agr. M. Sc.   Cerner Gutiérrez Ferrer

Ex Decano de la Facultad de Agronomía de LUZ

@WernerGutierrez

 

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